Jaime Fernández Garrido escribió: En el llamado mundo del espectáculo podemos encontrar todo lo que queramos y más aún. Las historias extraordinarias parecen no tener fin. No sé si sabrás que el músico Bill Wyman, se casó en 1989 con la modelo Mandy Smith. Habían tenido relaciones desde que ella tenía trece años. Él estaba casado anteriormente y tenía un hijo de treinta años llamado Stephen, que se enamoró de la madre de Mandy, Patsy Smith y también se casaron. Imagínate, el padre pasó a ser hijo de su hijo, y el hijo padre de su madre, y su hija era al mismo tiempo su madre… Bueno, no quiero seguir. Semejante lío familiar duró bien poco. Antes de cumplirse un año y medio Bill y Mandy se divorciaron.
Sigue diciendo Jaime Fernández Garrido: Alguien dijo que el matrimonio era lo más divertido de todas las cosas serias. Si te fijas en las frases que cada cultura aplica al amor, bien pudiera ser así… en Rusia se dice “Estoy enamorado como un pingüno”, en Argentina “eres mi cielo”, En España decimos que la otra persona es nuestra “media naranja”, en Nigeria “eres mi mataleones”, “eres la flor de mi jardín” en Portugal, “eres matadora” en Australia, “eres mi cochinillo de azúcar” en Dinamarca y en Serbia “eres como un bollo de crema”.
Continúa Jaime Fernández Garrido: Lo que es igual en todo el mundo, es la necesidad de amar y ser amado. Y lo que muchos olvidan es que el amor está muchas veces en el proceso de pasar tiempo juntos, no el dejarse a las primeras de cambio. Los árboles llegan a ser árboles y dar fruto después de muchos días. Después de sufrir tempestades, vientos y lluvias. Dios quiso que difrutáramos del amor en el proceso, no tanto en lo que puede llegar a ser. Muchas veces la trascendencia no está en los frutos, en el resultado, o en el objetivo que conseguimos, sino en los días en los que Dios va trabajando en nosotros, o nosotros entregamos nuestra vida en algún proyecto. Esa es la belleza de las cosas, esa es la felicidad de cada momento. Esa es la razón por la que la felicidad en una relación se vive y se disfruta cada día. Es una de las pocas cosas que se hacen más grandes y más fuertes cuanto más pasa el tiempo.
Yo no soy tan sabio como para haber escrito todo eso. Yo sólo soy un enamorado que vive casado con la que amo y la que me ama a mí. Nosotros llamamos al amor “dos cuerpos unidos en una sola persona”. Nosotros dos somos un joven y una jovencita que se aman hasta la eternidad porque nunca hemos sido dos personas distintas sino una sola persona con dos cuerpos diferentes pero no distintos. Somos una jovencita y un joven que han unido sus edades para convertirse en aventura juvenil tanto por dentro como por fuera. Que me perdonen quienes tanto han estudiado a Dios y tantos libros han escrito sobre el amor. Pero para nosotros dos al amor lo llamamos una unidad completa; no porque uno sea la media naranja del otro sino porque somos una naranja entera sin mitades algunas. No somos dos medias naranjas ni deseamos nunca serlo; puesto que las medias naranjas pueden llegar a despegarse fácilmente cuando les sacude una tormenta sentimental sea pequeña o grande. Nosotros no somos así. Ella y yo somos una “naranja completa” y no estamos divididos en dos medias “naranjas”. Por eso sabemos que nuestro amor es eterno e indisoluble. Ninguna tormenta sentimental, aunque sea un verdadero huracán, nos puede ni nos podrá jamás separarnos. Cuando celebramos nuestro matrimonio éramos ya la misma y única naranja que no podía vivir separada de sí misma y, por eso, al fusionarnos en un solo cuerpo fue tan sencillo, tan simple y tan normal como cuando las naranjas crecen, totalmente enteras, en el árbol. Dios cogió nuestra naranja (Ella y yo unidos desde que Ella había nacido) y simplemente dijo al Mundo: ¡He aquí el matrimonio como yo lo he creado y he decidido que sea!. Al ser solamente una naranja nunca podemos separarnos, jamás puede separarnos nadie y jamás nos vamos a separar. Eso es lo que Ella y yo llamamos amor.
A una total desconocida: No me hace falta comentario alguno para saber escribir con excelsa magnitud… claro que tú de magnitudes quizás necesites comentarios para ser algo… y en cuanto a mi abuelita no solo me comenta por su libre voluntad (que es algo que al parecer a ti te falta) sino que tiene tanta inteligencia que tú nunca te la podrías ni imaginar. Para saber comentar, querida lo que sea, es necesario antes saber escribir. ¿O no sabes esa regla literaria que dice escribe antes de hablar lo que no sabes o habla después de saber escribir lo que desconoces? He tenido tantos comentarios en mi vida literaria que me sobran los comentarios de quienes no me importan para nada. Comentar es encontrarse con uno mismo. ¿Te has encontrado tú contigo misma en alguna ocasión o todavía andas perdida por el mundo de las musarañas? Ni te critico ni te alabo pero como dice mi abuelita “cada cual es lo que vale y no lo que aparenta”. Por eso me comenta tantas veces mi abuelita… porque ella sí que vale lo que es mientras otras no valen ni lo que aparentan. Y en diciendo estas cosas sigo caminando que no he de perder yo las horas hablando con quien no sabe escribir más que lo que su falta de conocimiento le indica. Y como no oculto nada hago los comentarios a “puerta abierta” para que quien quiera lo lea o quien quiera lo olvide. Quizás a ti se te haya olvidado y por eso lo ocultas a los demás. En fin. Hechos son amores y no malas razones.
Mi abuelita materna: ¡Jejeje! ¡Jajaja! ¡Jojojo! Te comento cuantas veces me dé la real gana y ya comprendo que hay alguna que tendría mucha gana… pero no puede porque no sabe o no sabe porque no puede. Ninguna Hernández o Fernández o cualquiera que sea su noble apellido (pues respeto todos los apellidos) me va a impedir a mí que te comente cuantas veces me dé la real gana. Repito que alguna no puede porque no sabe o no sabe porque no puede. ¿Tiene la señorita (perdón si no es ya señorita) Hernández algo que reclamarme a mí? Puede seguir usando el Buzón de Diesel para que nadie más se entere. ¡Jejeje” ¡Jajaja! ¡Jojojo! Esto es más divertido que la feria de los caballitos que es donde muchas saben “montar”.
Exacto abuelita. Hay quien no sabe escribir “Domesday” y se conforma con escribir “Doomsday”. ¿Qué curiosidades tiene esta vida de los amores perdidos?.
Mi abuelita materna: Domes Day igual a Día de la Cúpula (aunque para algunas personas sea el Día de la Cópula para entendernos mejor)
Mi abelita materna: Dooms Day igual al Día de las Perdiciones (que ya sabemos todas y todos lo que quiere decir).
Pus en dejando bien claro todo lo que declaro… adelante abuelita… adelante con tus sabios e inteligentes comentarios. Me da por aprender de ti todo lo que de algunas no he aprendido nada.
Mi abuelita materna: ¿Te refieres a las del “fácil abrirse para no aburrirse”?
¡Jaja,ja! Sin comentarios, abuelita, sin comentarios. Pero va a ser que sí. ¡Jajaja!.
Mi abuela materna: Pues mi comentario es solamente tu último párrafo. Y como me gusta mucho lo escribo: “Yo no soy tan sabio como para haber escrito todo eso. Yo sólo soy un enamorado que vive casado con la que amo y la que me ama a mí. Nosotros llamamos al amor “dos cuerpos unidos en una sola persona”. Nosotros dos somos un joven y una jovencita que se aman hasta la eternidad porque nunca hemos sido dos personas distintas sino una sola persona con dos cuerpos diferentes pero no distintos. Somos una jovencita y un joven que han unido sus edades para convertirse en aventura juvenil tanto por dentro como por fuera. Que me perdonen quienes tanto han estudiado a Dios y tantos libros han escrito sobre el amor. Pero para nosotros dos al amor lo llamamos una unidad completa; no porque uno sea la media naranja del otro sino porque somos una naranja entera sin mitades algunas. No somos dos medias naranjas ni deseamos nunca serlo; puesto que las medias naranjas pueden llegar a despegarse fácilmente cuando les sacude una tormenta sentimental sea pequeña o grande. Nosotros no somos así. Ella y yo somos una “naranja completa” y no estamos divididos en dos medias “naranjas”. Por eso sabemos que nuestro amor es eterno e indisoluble. Ninguna tormenta sentimental, aunque sea un verdadero huracán, nos puede ni nos podrá jamás separarnos. Cuando celebramos nuestro matrimonio éramos ya la misma y única naranja que no podía vivir separada de sí misma y, por eso, al fusionarnos en un solo cuerpo fue tan sencillo, tan simple y tan normal como cuando las naranjas crecen, totalmente enteras, en el árbol. Dios cogió nuestra naranja (Ella y yo unidos desde que Ella había nacido) y simplemente dijo al Mundo: ¡He aquí el matrimonio como yo lo he creado y he decidido que sea!. Al ser solamente una naranja nunca podemos separarnos, jamás puede separarnos nadie y jamás nos vamos a separar. Eso es lo que Ella y yo llamamos amor”. OKEY NIETO.