Cuadro Primero: Parque del Buen Retiro de Madrid. Agapito y Simeón cubren sus cabezas con un sombrero de plumas de papagayo cada uno de ellos.
Agapito.- Oye Simeón… ¿tú nunca tienes crisis de personalidad?.
Simeón.- Pues sí, Agapito… pero en esta vida hay que aguantar más que tirios y troyanos.
Agapito.- Por cierto, Simeón… ¿no fueron los tirios los culpables de que Helena se enamorase de Paris y le pusiera los cuernos al rey Agamenón?.
Simeón.- No, Agapito. No fueron los tirios sino los troyanos… aunque con ese nombrecito le pudo pasar cualquier cosa.
Agapito.- La verdad es que en aquella época el nombre de Simeón estaba muy de moda.
Simeón.- Pues tu nombre, Agapito, se puso de moda en la época del cancán.
Se escucha el organillo de un buhonero que rifa barquillos.
Simeón.- !Qué tiempos estos, Agapito, que por menos de un pito puedes tener suerte y llevarte diez cucuruchos!.
Agapito.- Menos bromas, Simeón, que la crisis de identidad puede acabar con mi autoestima segun dicen los argentinos.
Simeón.- Si,Simeón, menudos aires se dan los de Buenos Aires.
Agapito.- Dejemos los buenos aires que se nos vuelan las plumas…
Simeón.- La autoestima no está basada en los organillos, Agapito.
Agapìto.- !Hablando de organillos, Simeón!. ¿Te has dado cuenta de la trompa que lleva Eustaquio?.
Pasa Eustaquio con una trompa de aquí te espero….
Simeón.- No te acerques demasiado a Eustaquio, Agapito, que es sordo pero no tonto.
Agapito.- ¿Qué le pasa a Eustaquio, Simeón?.
Simeón.- Que está mal de las trompas, los martillos, los yunques, los estribos y los lenticulares, Agapito.
Agapito.- ¿Será por eso por lo que anda tan despacio, Simeón?.
Simeón.- Nada de eso, Agapito… lo que le pasa es que está mal de la vista… ¿no ves que tiene veinte dioptrías en el ojo derecho y otras veinte dioptrías en el ojo izquierdo?. Por eso está mal del lenticular.
Agapito.- O sea que Eustaquio tiene equilibrado este asunto de la política española… ¿no es cierto, Simeón?.
Simeón.- !Él dice que es del centro pero con las trompas que tiene está totalmente descentrado, Agapito.
Agapito.- Si es que ésto de la política española nos va a llevar a las ruinas de Sagunto por lo menos, Simeón.
Simeón.- !Es cierto, Agapito!. !Como lleguemos a las ruinas de Sagunto nos va a pasar lo mismo que a los de Numancia!.
Agapito.- Si es que con esto de “María Cristina me quiere gobernar y yo le sigo le sigo la corriente” este país se va al carajillo, Simeón.
Simeón.- Por cierto, Agapito, ¿por qué no me convidas a un carajillo en el bar de Ambrosio?. Allí podremos hablar más tranquilos de todo lo humano y lo divino. Lo digo por si las moscas…
Agapito.- ¿Qué pasa con las moscas, Simeón?.
Simeón.- Que me están poniendo perdida la pluma, Agapito.
Agapito.- !Está bien, Simeón, pero no te acostumbres… hoy es un día muy especial para mí!.
Simeón.- ¿Que te ha pasado en el día de hoy, Agapito?.
Agapito.- Que éramos pocos y parió la abuela, Simeón…
Simeón.- ¿Y qué tiene de malo que haya parido la abuela, Agapito?.
Agapito.- Pues tiene de malo que se ha empeñado en poner de nombre Bonifacio al pobre bebé, Simeón.
Simeón.- Otye Agapito… ¿y qé dice el tío Gervasio a todo eso?.
Agapito.- El tío Gervasio bastante tiene ya con lo de Eufemiano, Simeón.
Simeón.- ¿Eufemiano?, ¿Quién es Eufemiano, Agapito?.
Agapito.- Un pariente mío canario que fuma más que un carretero cuando va a beber agua de las fuentes de Fuerteventura, Simeón.
Simeón.- !Qué fuerte, Agapito!.
Agapito.- Pero como Eufemiano tiene buen humor, Simeón, pues se lo toma todo a broma y ha dicho del asunto aquello de “¿Dónde va Vicente?. !Dónde va la gente!”.
Simeón.- ¿Vicente va a la fuente, Agapito?.
Agapito.- Si, Simeón. A beber agua con los borricos del Sandalio.
Simeón. !Qué fuerte, Agapito!.
Agapito.- Bueno, Simeón, dejemos los cotilleos como si fuésemos la Isacia, y vayamos al bar de Ambrosio y !santas pascuas!.
Simeón.- Cierto, Aapito. !Vamos a celebrar las pascuas floridas!.
Agapito.- Santas pascuas llamo yo a todo este berengenal español, Agapito… que parece esto la casa de tócame Roque…
Simeón.- !Ah, eso si que no!. !Que te toque a ti Roque que para eso te llamas Agapito pero que a mí me deje tranquilo.
Agapito.- Cambiando de tercio para no meternos en más berenjenales, Simeón… yo te pronostico que tú y yo iremos algún día a tomar carajillos a La Florida.
Simeón.- ¿Tú y yo en Estados Unidos, Agapito?. ¿Y qué hacemos tú y yo en Estados Unidos con estas plumas que llevamos en la cresta?.
Agapito.- !Que no das una hoy, Simeón!. !Que me refiero al barrio de La Florida de Murcia.
Simeón.- Por cierto, Agapito, ahora que hablas de Murcia… ¿es murciana tu abuela?.
Agapito.- !Que no… que pareces ido del todo y el que se va demasiado lejos normalmente no sabe volver… que a ti se te dice Murcia y te pierdes por los cerros de Ubeda, Simeón!.
Simeón.- ¿Pues de qué ciudad es tu abuela, Agapito?.
Agapito.- Mi abuela es de Cuenca… pero no de la capital… sino de un viejo molino que parece el de Don Quijote en tiempos de crisis…
Simeón.- ¿Y dónde está ese molino, Agapito?.
Agapito.- !Donde el gallo perdió las plumas, Simeón… y vámonos ya al bar de Ambrosio no sea que perdamos también nosotros las nuestras!.
Simeón.- Sólo un momento, Simeón… yo quiero decirte que mi abuela Crescencia nació en un pozo de Vallecas… ¿pasa algo?…
Agapito.- ¿Y cómo salió de allí, Simeón?.
Simeón.- !Qué paciencia hay que tener contigo, Agapito!. !Salió del pozo a base de soga pero como nació en un pozo por eso es tan bajita!.
Cuadro Segundo.- Bar Ambrosio de la ciudad de Madrid. En la calle Alcalde Sáinz de Baranda. Agapito y Simeón están sentados ante dos buenas jarras de cerveza.
Agapito.- A mí la cerveza que más me gusta es la del águila, Simeón.
Simeón.- Así has salido tú de ave de rapiña, Agapito.
Agapito.- No, piña no, Simeón. Que mezclar cerveza con piña produce urticaria en la piel.
Simeón.- ¿En qué parte de la piel, Agapito?.
Agapito.- !No te lo puedo decir, Simeón!. !Me lo tiene prohibido el tío Eufrasio.
Simeón.- !Anda, por favor Agapto!. !Díme sólo una frase y lo entederé!. !Sólo una frase pero no me dejes en la duda!.
Agapito.- Dudar es señal de inteligencia, Simeón.
Simeón.- Muchas gracias, Agapito. !Eres un gran amigoÇ!.
Agapito.- No, Simeón, no lo decía por tí sino por aquella rubia que está sentada enfrente y que duda si venir a echarnos la bronca o simplemente marcharse sin decir nada.
Simeón.- ¿Y por qué quiere echarnos la bronca, Agapito?.
Agapito.- Por la fea costumbre que tenemos hoy en día los españoles de no quitarnos el sombrero cuando estamos ante una mesa y por las plumas, Simeón…
Simeón.- ¿No estará pensando que somos de la acera de enfrente, verdad Agapito?.
Agapito.- Me pica la mosca de que sí, Simeón…
Una mosca pica la mano derecha de Agapito…
Agapito.- ¿Ves cómo tenía yo razón?. Por cierto, y cambiando de tercio como los grandes toreros!.
Simeón.- !Eso es, Agapito!. !Torero!. !Torero quiero sr desde niño y torero seré algçun siglo de éstos!.
Agapito.- ¿Es que eres longevo, Simeón?.
Simeón.- Longevo no lo sé pero hablando de longitudes soy bastante más alto que tú.
Agapito.- Pues ahí va la mía. ¿Sabes que tu nombre es famoso por un tal Simeón El Màgo?.
Simeón.- !Ahora el que te equivocas de parte a parte eres tú, Agapito. No era Simeón el Mago sino Simón el Mago!. !Si en vez de ir tanto a comulgar leyeras de vez en cuando la Bibía, Agapito, tendrías un poco más de cultura. Y además tu nombre también es muy famos, pues has de saber, ignorante, que un tal mAgapito I fue un papa de Roma !que menuda armó al excomulgar al Patriarca de Constantinopla!.
Agapito.- No, Simeón. !Con la iglesia hemos topado como dijo El Quijote a Sancho Panza!.
Simeón.- Por cierto Agapito, ahora que tocas el tema… además de bajito ¿has visto la panza que estás echando por beber tanta cerveza?.
Agapito.- !No toques tanto el pito con mi nombre que comienzo yo a tocar la gaita con el tuyo!. ¿De acuerdo, Simeón?.
Simeón.- Bueno Agapito, no discutamos por esas cosas que nos estamos perdiendo la autoestima mutuamente. Hablemos mejor de Bonifacio…
Agapito.- ¿Qué sucede con Bonifacio, Simeón?.
Simeón.- Que te doy mi palabra de honor, aunque sea sólo “honoris causa” Agapito, de que si me ponen de nombre a mí Bonifacio voy al cura y le pido que me bautice en al Lago Tiberíades… pero bien hondo… bien hondo… bien hondo… para fallecer allí mismo.
Agapito.- Pues si a mí, Simeón, me hubiesen puesto de nombre Máximo pediría al presidente de gobierno que me exiliase a Siberia.
Simeón.- Y si a mí me huibiesen puesto de nombre Emiliano sencillamente me hubiese negado a nacer o de haber nacido me metiesen de por vida en la Cárcel Modelo de Csrabanchel.
Agapito.- !Simeón!. !Ahora que citas a la Cárcel Modelo… cuándo llegará a España la fiebre por las modelos de la publicidad!.
Simeón.- !No sueñes con los ojos despiertos, Agapito!. Aquí, en esta España actual, las únicas modelos que existen son los de la tricotosa de Simago.
Agapito.- Sí mago… sí mago… sí mago… mago Simeón.
Simeón.- !Y a ver cuándo pagas tú alguna vez aunque sea una bolsita de pipas de girasol!. !Que le echas más cara que Emiliano en cusnto llega la hora de acoquinar.
Agapito gira la cabeza…
Agapito.- A mí los girasoles me levantan dolor de cabeza de tanto girar y girar y girar, Simeón.
Simeón.- Pues entonces una bolsita de pipas de calabazas, Agapito.
Agapito- Para calabazas la que nos ha dado esa rubia que está sentada en frente.
Simeón.- ¿Pero de verdad querías ligar con ella llamándote Agapito?.
Agapito.- Pues yo tengo la esperanza, Simeón, de que algún día…
Simeón.-¿No me estarás hablamndo de Esperanza Tiburcia Emerenciana !por favor!.
Agapito.- Nada de por favor sino de consuelo… amigo Simeón.
Simeón.- ¿También conoces a Consuelo Leovigilda Eduvigis?.
Agapito.- No, Simeóm… te estoy intentando explciar que aqu en ésta España actual el que no se consuela es porque es tonto.
Simeón.- !Dios mío que país, Agapito!. !!Esperemos que llegue ys pronto el siglo de las modelos!!.
Y ambos amigos, Agapito y Simeón, se beben las cervezas que las tiene que pagar, !como siempre!, Simeón… y salen, abrazados el uno al otro del bar Ambrosio.