Nuevo día. Despierto y no veo las mismas cosas que ayer. Todavía, a estas alturas de los dos mil once años después de Jesucristo, existen millones de hombres y mujeres insistiendo en dudas tan transcendentales como si somos o no somos una simple presencia temporal para acabar siendo nada. Es increíble que despierten cada día y no se den cuenta de que somos algo más que una presencia. Si nos miramos en el espejo del alma, cosa que muchos y muchas deberían ya acostumbrarse a hacer, podríamos deducir lo que en algún momento de mi existencia escribí en cierto lugar de esta estadía eterna. Lo voy a recordar.
“Como infinitos ríos todos discurrimos por las tierras humanas formadas por nuestra propia piel. Somos algo así como un solo corazón henchido de miles de millones de diafragmas en forma de hendiduras por donde circulan las ideas configurando sangrantes sinfonías de vivencias múltiples. Y a esas sangrantes sinfonías las podríamos denominar como el cuerpo/corpus de nuestra presencia en este discurso dialéctico que es la suma de todos nuestros “yos” y todos nuestros “porqués”. Arribamos a las estaciones diarias cuando los soles amanecen y después de vivir una intensidad de emociones expuestas en las horas del desaire de los sentires firmamos la tregua del sueño para descansarnos de la fatigante tarea que es sentir el peso de toda la existencia humana en cada uno de nosotros y de alguna manera más o menos total”.
Lo analizo porque tengo toda la existencia por delante y nada queda por atrás más que poder ser lo que fuimos en el instante mismo en que sabemos lo que somos. Como infinitos río. Eso es este despertar diario mirando en todas las direcciones. El futuro no está delante de nosotros. El futuro está dentro de nosotros. No es lo mismo mirar la vida como un horizonte finito al que hay que llegar para terminar en un estado que muchos llaman muerte… que entender que dicho futuro no tiene dicho límite y que la muerte no es solución sino desesperación de los ausentes. Me ubico en mí para poder comprender que acabo de despertar para ser algo más que una simple presencia pasajera y mantengo la afirmación de que las transformaciones existen de tal manera que o somos algo más que presencia o no tiene sentido estar presentes en este hoy que es, a su vez, una consecuencia de ayer y una causa para mañana.
¿Somos o no somos algo más que una presencia?. Muchos creen que la experiencia de la Eternidad es una utopía porque sólo se ven a sí mismos como materia nada más. Pero entonces yo me pregunto… ¿de dónde surge el latir de nuestros corazones?. Desde luego lo que tengo muy claro es que dicho latir no es materia; por la sencilla razón de que surge del alma. Y si hablamos del alma estamos diciendo que no solo somos presencia sino existencia y no solo somos ecistencia temporal sino existencia infinita.
Llegamos al punto interesante de descubrir que cada vez que despertamos estamos viviendo un infinito que va a durar hasta el mismo día de hoy… porque todos los días del pasado, del presente y del futuro, son el día de hoy. Muchos se angustian ante el sentido mortal de sus pensamientos y, sin embargo, yo me doy cuenta de que los pensamientos tampoco son materia. ¿Cómo es posible decir que la vida se termina a través de pensamientos?. Eso es tan contradictorio como decir que vivimos sin alientos. Pues bien, ese aliento o hálito de vida, no nace de la materia sino de algo que pensé ayer y que se llama espíritu. ¿Alguien es capaz de poner barrera alguna al espíritu?. Vana contradicción que, a estas alturas del Siglo XXI después de Jesucristo, ya debería haber sido solucionada determinativamente.
Entro en el espacio de lo determinativo y me afirmo. Si alguien se afirme es porque perdura y si alguien perdura es porque nunca muere. Podrán discutirme los sabios del mundo que creo mi propia filosofía. Es cierto. Creo mi propia filosofía porque soy yo quien la vive. Todos y todas creamos nuestro propio yo en base a esos pensamientos que no son materiales… luego deduzco que de la materia no puede salir esta presencia en el día de hoy. Sale del milagro de haber despertado.
Recuerdo mi pensamiento de anoche: “Materia sin espíritu es materia muerta y espíritu sin materia es espíritu vacío”. Camino por las calles concentrado en mí mismo y me doy cuenta de que sigo siempre existiendo. Existí desde las primeras generaciones humanas porque soy producto directo de las primeras generaciones humanas y existo en todas las eternidades de las generaciones humanas porque estoy dejando fluir mi presencia más allá de la materia para no ser un humano muerto y más acá de todo mi espíritu para no ser un humano vacío.
Me suena a vacío existencial tanto la materia inerte como el espíritu silente. Yo nunca he visto a mi espíritu silente pues me habla y le contesto o le hablo y me contesta a través de este espacio de materia con el que paseo mientras pienso. Alguien dijo pienso luego existo y se equivocó al colocar los tiempo verbales. Soy de los que dicen que existo porque pienso, pero mis pensamientos no se quedan nunca en un simple existir temporal. No tienen tiempo los pensamientos. Luego no es que piense que estoy existiendo sino que existo incluso cuando dejo de pensar.
¿Alguna vez habéis comprobado el ejercicio de vivir sin pensar?. Es imposible que se logre la total ausencia… porque en el subconsciente, en esos momentos en que estamos ejercitando el vacío, permanece la memoria… ¿y qué es la memoria?. Ni los que dicen que sólo son los recuerdos del pasado llevan razón ni los que proclaman que sólo son la recuperación que necesitamos para actuar hoy llevan razón. No. La memoria es, también y sobre todo, la proyección que vamos a vivir mañana. Quizás algunos aquí se pierdan en lucubraciones impersonales y abstractas porque creen que la memoria es impersonal y abstrata. Se confunden porque no han descubierto que la memoria es tan personal y tan concreta que es nuestro propio cuerpo convertido en idea. ¿Acaso las ideas son sólo proyecciones teóricas?. Imposible de aceptar. Las ideas tienen materia además de espíritu. Y ahí querìa yo llegar para dejar el debate abierto. Somos idea universal creada por un Ser Superior y transformada en materia por dicho Ser Superior. Yo sólo me limito a crearme mi propio espacio en este universo infinito donde cabe desde el más recalcitrante incrédulo hasta el mayor creyente de las utopías realizables. Y es que vivir todos los tiempos en el día de hoy mismos es, precisamente, la existencia sabiendo que somos algo más que una presencia. Podría estar desarrollando más estas reflexiones pero me gusta abrir debates y consultar ocnmigo mismo para saber que he cumplido mi labor de despertar y ser algo más que materia muerta y algo más que espíritu vacío. Por eso soy Eternidad.