Volviendo a Vladivostock debemos señalar que es la terminal del ferrocarril transiberiano: 648.000 habitantes (pero ¿alguién puede saber la cantidad de desterrados por cuestiones políticas que fueron enviados a morir a llí, con una muerte fría y lenta y solitaria?). Miad, estimados lectores y lectoras… hay ciertos temas tan verdaderamente lastimosos que es mejor dejarlos atrás… entre los fantasmas del pasado… porque si tuviésemos que decir la verdad de lo que fue el Comunismo en la URSS pasaríamos todo el siglo XXI llorando sin parar. Y de eso nada. El siglo XXI está echo para evolucionar, vivir y reir…
Bien. Entremos “a saco” a la cuestión más importante. ¿Qué fue, en verdad, el Festival de Woostock?. No. No me refiero a una simple casualidad cacofónica de nombres. Porque allí se promulgaron, entre canción y canción cada vez más estridente y estrambótica, ideas pseudofilosóficas (el famoso posmodernismo que ni Dios lo puede entender) escritas en libros como “La muerte de la familia” (del autor argentino David Cooper, un autopsiaquiatra sudafricano de origen, teórico y líder de la antipsiquiatría junto con R. D. Laing (que quiso ocultar sus verdaderos nombres Ronald David y que fue otro psiquiatra que odiaba a las familias), Thomas Szasz (emérito psiquiatra húngaro que penetró también en Nueva York de forma ilegal como los anteriors alegando ser famosísimo psiquiatra anticomunista (jejejeje) y Michael Foucault (el grandioso y majestuoso filosofo e historiador francés que tanto nos intentaba meter en la cabeza a los estudiantes de la Facultad de Periodismo de Madrid un profesor enano y saltarín que creía en brujerías como que tener un paraguas abierto en una clase de estudiantes era señal de mal augurio. ¿Creéis que es mentira?. Pues no. Fue una gran verdad vista por muchos testigos.
!Casi “ná” el famoso libro dd “La muerte de la familia” escrito por tan insgnes y diabólicos personajes. !Casi !ná”!. Mañana o quizás esta noche continúo con la serie… porque “miga” tiene un montón de “miga”… si señóres y señoras… tanta “miga” como para poder parar a un tren.