Me encuentro con un vecino barrial en el bar de Paquito. Es un hombre todavía joven que no logra despejar ciertos fantasmas de un pasado amoroso que le produjo una herida todavía sin cerrar. Y bebe. Bebe no para olvidar sino para no recordar. Yo le animo a que deje la botella y se concentre en la idea de que una herida amorosa no logra cerrarse hasta que ponemos en práctica el querernos a nosotros mismos hasta llegar a amarnos lo suficiente como para superar el pasado del desamor de pie y no caído en una acera cualquiera. Hay que dejar a un lado la indecisión y hacerse responsable del acto de amarse a sí mismo. ¿Merece la pena sufrir indefinidamente por un amor no correspondido?. La respuesta es no. Lo difícil es que quien está sufriendo lo pueda asumir y comprender. Tiempo al tiempo. Es necesario dar tiempo al tiempo. La escritora Ana María Matute expresó en su biografía que lo único que cambia la vida de verdad es el dolor, lo que nos hace llorar, lo que se aprende con lágrimas… y entonces a mí solo me queda el esfuerzo de acompañar a mi vecino en su dolor y ayudarle a superarlo… porque del amor y del desamor nadie sabe nada más que lo que vive en sus propios sentimientos. Lo mejor es amarse a sí mismo para poder amar a alguien pero siempre que ese alguien nos corresponda. Intentar forzar el olvido con la botella no da resultado.
2 comentarios sobre “Amarse a sí mismo.”
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Estoy totalmente de acuerdo con el consejo. Hay que amarse a sí mismo lo suficiente como para superar cualquier prueba de desamor. Dejarse de darse pena y sentirse ampliamente capaz de seguir viviendo con arreglo a nuestros principios más elementales. Nadie, absolutamente nadie, merece la pena que nos destruyamos por su causa; sean o no sean culpables de nuestros males.
El desamor¡¡¡¡ cuánto daño nos hacemos a nosotros mismos. Tienes razón si no te quieres a ti mismo, no sabrás amar a los demas. Como siempre es un placer encontrarte. Muchos besos.