Me sumerjo en la totalidad de este mundo arrebatado por los sueños del ayer y del hoy.
La arena tapa mi cuerpo con cada ráfaga de aire venido de los días del inmenso mar.
Allá, donde nada hubo por hablar, donde el silencio reinó cada poro, cada estimulo de tu piel, reinas azotadas por la luz que son las tierras floridas, latían en consonancia con mi ser.
Allá, permaneciendo parada, el umbral de los días hicieron de mi instante en el aire, canción de cuna y Aladín de mi suerte.
Que bello despertar flotando como plumas yacidas en el violín de mi corazón que vibra como notas musicales en este canto al que pido llegar a ti.
Amor, saliendo por los costados de este gran mundo, hacen merecer seguir mi camino.
Siento ese tu camino lleno de muchas claridades, amiga. En el violín del corazón se me queda latiendo un oasis de arena y paz…