COQUETOS SERVIDORES DEL CRIMEN
Copernio ante su sastre. Bajo lámpara de rosáceos cristales, mirándose en el polvoriento espejo. Desquizio le observa, y sus dientes hacen sangrar sus labios. Copernio se prueba más corbatas al ritmo del hilo musical, suena una melodía que adormece al loro de carácter brabucón. Tan estúpido y maleducado pajarraco, criado por calenturiento dueño de género mariposón.
Copernio, que lo conoce desde que se aficionó a las salpicaduras de sangre y al olor a pólvora, sabe que pedirle consejo a Desquizio es casi proporcional a insinuársele.