Sueños tristes de hombres necios
que ponen a los amores precios
como mercaderes de carne.
Tienen hambre
y no sienten ningún aprecio
pues compran cualquier alambre
creyendo que son muy recios.
Los alambres por las noches
se rompen en los silencios
y sólo queda el derroche
del dinero y los desprecios.
Para saber qué es amar
es necesario el arpegio
de un violín en altamar
o un piano bien regio.
Sueños tristes de hombres necios
que ponen a los amores precios
como mercaderes de carne.
Tienen hambre
y no sienten ningún aprecio
pues compran cualquier alambre
creyendo que son muy recios.
Las noches donde ellos aman
son horas perdidas de tiempo
pues cuando llegan las albas
no tienen ningún aliento
y van penando sus almas
por el duro y seco desierto.
Para saber qué es amar
se necesita vivir un sueño
que no sea moneda falsa
sino moneda con sello
noble en la mano diestra
y firme en el brazo izquierdo.
Sueños tristes de hombres necios
que ponen a los amores precios
como mercaderes de carne.
Tienen hambre
y no sienten ningún aprecio
pues compran cualquier alambre
creyendo que son muy recios.
Y quien bien lea bien entienda
lo que dicen estos versos
que no se compra en las tiendas
a los verdaderos besos
que Dios creó en la Tierra
y ellos confunden cual presos
de la codiciosa contienda
de perderse por unos huesos
tan faltos de vida tierna
que sólo son un pellejo
sobre unas falsas piernas
que no merecen esfuerzos.
Sueños tristes de hombres necios
que ponen a los amores precios
como mercaderes de carne.
Tienen hambre
y no sienten nigún aprecio
pues compran cualquier alambre
creyendo que son muy recios.
Esos alambres se doblan
cuando suena en el tiempo
la hora de la Verdad
y les entra de pronto miedo…
miedo de ser ignorantes
de lo que es verdadero.
Y yo, que soloy soy un orero,
lleno mi alma errante
de oro puro, virgen, sincero,
y sigo siendo un caminante
con este mi amor certero.
Sueños tristes de hombres necios
que ponen a los amores precios
como mercaderes de carne.
Tienen hambre
y no sienten ningún aprecio
pues siempre compran alambres
creyendo que son muy recios.
Y si estuviera Cervantes
junto a mi lado leyendo
diría “es como los de antes;
como los que yo entiendo
que son soñadores andantes
en esta vida viviendo”.
Y El Quijote añadiría
“tan cuerdo como presiento
que fui yo en esta historia
que es la vida con sentimiento”.
Sueños tristes de hombres necios
que ponen a los amores precios
como mercaderes de carne.
Tienen hambre
y no sienten ningún aprecio
pues compran cualquier alambre
creyendo que son muy recios.