Nos ha tocado vivir en lo que el poeta Rimbaud definió como “el tiempo de los asesinos”, donde es noticia que el Pentágono quiera fabricar balas sin plomo para matar sin contaminar. Apelando a razones económicas-ecológicas, que parecen pesar más que las éticas, ¿por qué no inventa alguien algo para que no le maten a uno, aunque sólo sea por el coste de la descontaminación ulterior provocada por el cadáver?
Mikel Agirregabiria Agirre. Escritor
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