El pirata Barbamocha navegó a la deriva, en su pequeño cascarón, durante varios meses en los que se alimentó de ron, manzanas, uvas pasas y algún que otro pescadito. Navegó a la deriva hasta que llegó a la Isla del Tesoro del Capitán Jonathan Flint, del cual había leído en su larga infancia. Robert Louis Stevenson siempre estaba en su memoria.
El pirata Barbamocha recordaba a todos y cada uno de los personajes: los del bando bueno como John Hawking (el niño héroe) y sus padres taberneros; el doctor David Livesey (siempre al servicio del bien hacer);
el alcalde de Squire (el acaudalado aristócrata de Bristol); los sirvientes Thomas Redruth, John Hunter y Richard Joyce; el Inspector Dance (peligroso rival perseguidor de piratas como él); el Capitán Alexander Smollet (el otro héroe de La Hispaniola) y Abraham Gray (el calafate servicial). Y los del bando malo: el borracho Billy Jones; el tabernario y peligrosísimo Perro negro (Black Dog); el ciego Pew (Sacristán); los esbirros de Pew (Johny y Dirck); el fabuloso John Silver El largo, el de la pata de palo y el loro, el ejemplo a seguir por Barbamocha; el loro de Silver (Capitán Flint); el Piloto Arrow; los piratas rebeldes Joel Anderson, Timonel Israel Hands, O’Brien, George Ferry, Tom Merson y Alan…
El pirata Barbamocha anduvo muchos meses buscando el Gran Tesoro en las zonas pantanosas de la Isla. Muchas noches solitarias habló con el fantasma de Ben Gunn. Muchas noches solitarias pasó en vela soñando con miles y miles de coronas de oro y doblones de plata. Muchas noches solitarias soñó con ser millonario en Nueva York… derrochador de miles y una noches en Calcuta, reverenciado por la muy alta clase de Saint Moritz. Muchas noches solitarias…
El pirata Barbamocha encontró, cuando ya su fe se había desmoronado, el verdadero Tesoro del Capitán Flint (que era mucho más grande que el aparecido en el relato de Stevenson) consistente en un enorme baúl (5 metros de largo por 2 de ancho) que abrió gracias a unas fuerzas desesperadas de última hora. ¡Eureka!. ¡Lo encontré!. Gritó a pleno pulmón mientras lloraba gruesas lágrimas de felicidad.
El pirata Barbamocha abrió el enorme baúl y vio miles y miles de monedas de oro y plata. O al menos eso es lo que él, en su extraña locura (el fantasma de Ben Gunn había hecho destrozos en su mente), creía haber encontrado. Más cuando el pirata Barbamocha comprobó la realidad se encontró acariciando y sobando miles y miles de monedas… ¡¡de madera!!…. ¡Tantísimos meses de lucha y de afán por conquistar el Tesoro más grande de la Historia de los Piratas en la Tierra y ahora resulta que eran miles y miles (casi millones) de monedas de madera!.
El pirata Barbamocha murió aquella noche solitaria en que encontró, ¡al fin!, el Tesoro del Capitán Flint… de un síncope cardíaco… y el fantasma de Ben Gunn vela, desde hace décadas, el solitario cuerpo descompuesto del esqueleto de Barbamocha.