Bochorno del 14.

Exactamente agosto del 2014 después de Jesucristo. Nunca jamás en mi vida he pasado tanto bochorno como ahora. No llueve en toda la Región de Murcia, o por lo menos en Molina de Segura, ni una sola gota. No llueve ni sacando en procesión a todas las estatuas de vírgenes y santos de toda Murcia. En Molina de Aragón nos estamos asando vivos. Menos mal que a partir de las 8 de la noche sopla una miaja de viento que nos refresca. Aguantamos el bochorno general y sobrevivimos por Fe. Sólo falta que nos pongan encima de una parrilla y nos doren bien dorados. El sudor no sólo chorrea por la frente sino que se pega a la ropa y nos hace caminar lentamente. Esta lentitud es desesperante pero es lo mejor que se puede hacer para resistir con las fuerzas intactas. Estamos esperando a que llegue la normalidad con el mes de septiembre y que volvamos, en octubre, a las actividades que tanto me atraen: Senderismo, Café Tertulia, Taller de Lectura y hasta es posible que me apunte al Teatro. No sé si será el calor que me está derritiendo la sesera (aunque lo evito con la gorra de “American made in Ireland”) pero quizás me atreva a apuntarme al Teatro; aunque solamente sea por lo de guionizar algo novedoso que esté relacionado con este bochorno general. Te duchas y a los pocos minutos estás como un bogavante dentro de la paellera. Espero que esta noche sea tan fresca como para seguir resistendo estos termómetros de 40 grados bajo el sol. Recuerdo la novela de ciencia ficción “Nada nuevo bajo el sol” (1907) de José Antonio Suárez. Pero lo que pasa es que este calor, este bochorno y estos sudores no tienen nada de ficción sino que son reales. Cierro mi Diario antes de que las teclas de mi computadora se disuelvan junto con mis dedos. Estoy sudando gota a gota como un torrente. No soy Torrente Ballester por cierto sino torrente nada más.

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