Abro los ojos. Abrir los ojos y ver que estamos vivos un día más es un acto que siempre nos hace reflexionar sobre la dimensión de nuestras existencias. ¿Cuántos días más habremos de estar vivos en este mundo?. No importa tanto la respuesta como la pregunta que nos hacemos mientras preparamos el desayuno diario. Untamos la mantequilla o la mermelada en la rabanada de pan y es como si estuviésemos barnizando las 24 horas del día que nos toca vivir porque hemos abierto los ojos…
¿Os habéis preguntado alguna vez, amigos y amigas voremistas, cuántos parpadeos producimos durante las 24 horas de un día vivido por nosotros?. Disolvemos el azúcar, el café y la leche con una cucharita y mientras la cucharita gira dentro del líquido del interior de la taza, nosotros damos vueltas en torno al círculo concéntrico de las 24 horas de este día. ¿Cuántas veces giramos alrededor de nosotros mismos, amigos y amigas voremistas, en el transcurso de un día más?…
Aún hay más. Mientras sorbemos el cafñe con leche bien caliente, contemplamos ya la amanecida a través del cristal de la ventana bañado por los rayos del sol. Hemos abierto los ojos y hemos saludado al amanecer. !Bonjour!. !Buen día, querido amanecer!. Mientras vamos bebiendo el café con leche y comiendo la rebanada de pan untada de mantequilla o mermelada, pasamos los primeros minutos del día exponiendo todos nosotros un juicio prematuro: “Hoy he abierto los ojos para poder contemplar, una vez más, el espejo de la vida”. Y la luz comienza a expanderse más y más…
¿Cuánta luz contenemos en nuestro interior cada vez que abrimos los ojos después de un profundo sueño nocturnal?. !Bonjour, amanecer!. !Buen día, amigos y amigas voremistas!. Quizás en estos momentos en que estáis leyendo esta reflexión que os envío desde mi amanecer, estéis dando vueltas al misterioso oficio que consiste en descifrar el mensaje de cada día. Y el mensaje a descifrar de cada día es muy sencillo de entender. Dice así: “!Vívelo!”.
Tienes razón. Lo importante de la vida es vivirla, en paz y con libertad.Disfrutar de tus gustos, de tus aficiones; con las personas que uno quiere, con los amigos, con los gratos recuerdos, con las ilusiones que algún día se harán realidad. Vivir y dejar vivir; sin insultar, perjudicar o TRAICIONAR a los demás. Resalto la palabra TRAICIONAR, porque en mi opinión es la mas cruel de las cobardías que se pueden cometer. Se comete sobre personas que por su afecto y confianza hacia el traidor, no estan preparadas para recibir ni contestar a “tamaña villanía”.
SALUDOS.
Me hago eco de lo que dice H2O en lo relativo a la traicíón de un amigo. Es de las cosas que más duelen y uno se encuentra desvalido ante algo que no espera y no comprende. Me tocó vivirlo hace más de un año y ahora creo poder decir que afortunadamente lo he superado.
Por eso sí, vivir, cada cual con sus ilusiones, sus aficiones, sus pequeñas manías, su dedicación a los demás e intentando parar, sin devolverlos, los posibles golpes que quieran asestarnos. Noblesse oblige.
Al ritmo de la toma de un desayuno tras el plácido despertar, has creado todo un texto de reflexiones filosóficas vitalistas lleno de profundidad y acierto. !Qué deleite leerlo mientras desayuno y pienso en lo que has escrito!.