El abuelo cogió una neumonía que le duró hasta principios de la primavera y pudo con él. Murió. Después del entierro en aquella casa no se oía ni una mosca, los niños por arte de magia enmudecieron, no hacían jaleo ninguno, el canario lo taparon con un trapo oscuro, no le dejaban cantar y la radio sellada a cal y canto, no se podía poner, eso si era un gran sacrificio para ella, no poder escuchar su música preferida, “ música ratonera “ así es como la definía su madre .
A la niña le colocaron unos lazos negros en el pelo en señal de luto, en la escuela las compañeras le ofrecían su amistad más que nunca, sentían pena por la pérdida del abuelo, la protegían demasiado.
La niña ya estaba harta de tanto peloteo por parte de ellas, sabía perfectamente que solo lo hacían por tener su amistad y así poder copiarse todo de ella ,eso es lo que hacían durante la clase ——niña esto —— niña que has puesto ——niña como se hace —- ni hacer sus tareas tranquila podía, la ponían de los nervios, tenía que callar si no la sacaban de la clase.
Ella no pertenecía a aquel grupo, era de las pequeñas, aguantaba todo con una paciencia infinita, sonreía y punto.
Como aquel año cumpliría 10 año , su madre decidió que ya podría hacer otras tareas más complejas, le dio un cubo de aluminio de los que se usaban antes y que pesaba lo suyo; cuando lo llenaba de agua no podía con el y se le derramaba gran parte del agua; le puso un trapo en las manos y le dijo:
—–Ahora ya has hecho la primera comunión, ya eres mayor y has de hacer “oficio”, así que a fregar el suelo se ha dicho.
En aquellos tiempos no había fregonas ni cubos con escurridor, a la niña le tocaba fregar el suelo de rodillas y escurrir aquel trapo con sus manitas; fregando los suelos descubrió debajo de las camas muchas cosas que sus padres escondían allí, cajas de fotos, manuscritos de su padre y el escondite donde su madre guardaba el chocolate para que no se lo comieran en un día. Se los iba racionando, cada día les daba una onza a cada uno, a veces ella “robaba“ alguna onza, se lo tomaba como un premio bien merecido, no lo hacía muy a menudo para que no se diera cuenta su madre, sabía perfectamente que si eso ocurría el premio sería otro, de los que ella no quería. Una de las veces que estiró su brazo para poder llegar bien a fondo debajo de la cama dio en un cable eléctrico pelado con la bayeta mojada y se llevó tal calambrazo que lo tuvo dormido varios días ……… no le dijo nada a nadie no fuera que “cobrara” también por ello.
Continuará…
Una niña tan abnegada y trabajadora se merece unos “cachitos” de felicidad. Espero que lleguen pronto.
Por cierto, ¿Cómo se llama la niña?
Saludos, y gracias por tu relato.
Gracias H2O por el seguimiento que haces a mis cachitos.
La niña por no tener no tiene ni nombre…simplemente “niña”.
Un abrazo y de nuevo gracias por leerme.
Un relato muy bonito pero a la vez muy triste. La pobre niñita recogiendo el agua con el trapo…Muy lindo.