Calamaro ha dejado su sombra olvidada en el perchero. Calamaro se ha puesto, como sombrero un paraguas por si nieva en la cumbre del Pichincha. Pero a Calamaro sólo le han caido polvos de ceniza de un volcán que ¿explota?… ¿no explota?… ¿explota?… ¿no explota?. La respuesta la tiene Bob Esponja que se ha bebido toda la botella de anís dulce de Don José María con la compañía del perrito Goofy que mueve sus orejas mientras Calamaro sigue en el Pichincha por ver si explota o no explota el volcan. Goofy observa cómo Bob Esponja, ante el inminente fin del mundo, sólo está leyendo una novela policíaca en el camastro de Don José María. Al final de todo, sólo ocurre que se mueve un poco la Mitad del Mundo y ahora resulta que los de La Condomine y compañia francesa se equivocaron al medir.
Bien. A todo esto Calamaro en Pichincha no sabe si el norte es el sur o el sur se ha convertido en un verdadero far-west de blancos contra indios. Bien. Sigue la historia con Bob Esponja olvidado en un camastro mientras termina con la novela policíaca y como se aburre mientra la Tierra se mueve, para no ser engullido por las tierras movedizas se ha puesto a consultar el British Dictionary y piensa en el Hopkins School de Cumbayá. Más allá el perrito Googy sacude sus largas orejas por ver si escucha algo.
Lo que no sabe Calamaro es que existen dos Pichinchas. Posiblemente se ha equivocado y se ha ido al Grande olvidando al Pequeño. En realidad a Bob Esponja sólo le entran ganas de seguir buscandp pistas de aterrizaje para volver a la Tierra. Viene un camión lleno de extrañas criaturas marcianas que no son de color verde precisamente. Bob Esponja se asoma a la ventana para saludarles.
– !Hola, señores marcianos, ¿son ustedes de Marte o es que sólo visitan Ecuador cuando es martes… porque resulta que hoy es Domingo de Pascua.
El camión de los marcianos se pierde por la Avenida 12 de Octubre. Don José María se ha equivocado esta vez y mientras Calamaro sigue llenándose de cenizas su cara de gasterópodo venido a menos, Don Ramón de Triana vuelve a gritar.
– !Tierra a la vista!. !Tierra a la vista!.
Pero Bob Esponja no quiere saber nada de Don Cristóbal el de la Farmacia sino que está pensando, mientras la Tierra se mueve, en cómo pudo Cristóbal Colón poner un huevo de gallina en pie. Y es que hay alguna que otra gallina cacareando mientras el gallo de Calamaro se queda mirando hacia el horizonte.
– ¿Qué será aquél obejto volador no identificado? -se pregunta Bob Esponja sólo por pasar el tiempo ya que le han abandonado junto al perrito Goofy. Goofy mueve las orejas. El objeto volador no identificado resulta ser un inoportuno zancudo que ha venido desde la Costa de Esmeraldas. Y es que aquella noche de verdad que el cielo se ha vuelto esmeralda.
Al final de la Historia, la Grande Historia de las Grandes Hazañas Humanas, resulta que -Calamaro se ha encontrado con Don José María.
– ¿Dónde está Bob Esponja?.
Don José María no puede o no quiere decir la verdad. La verdad, la única vedad, es que Bob Esponja se está quedando con los marcianos en el bar de la esquina para beber un poco de zumo de limón y superar cierto amargo sabor de agua salada. Y es que en el Ecuador pueden pasar muchas cosas tan extrañas como el Final del Mundo. Calamaro por lo menos así lo cree y Don José María se ha dado cuenta de que a Bob Esponja no le importa quedarse solo con Goofy y los marcianos para saltar hacia la estratosfera y pintar en el Cosmos una nueva estrella. Lo difícil del asunto es qué nombre poner a aquella nueva estrella.
– Yo propongo que se llame Sensación -dice el primer marciano de Pichincha.
– Yo sin embargo la voy a llamar simplemente Estrella -afirma Bob Esponja.