Como dice García Ferreras, estamos viendo el pulso entre el mito y el hambre. Lo máximo a lo que muchos pueden aspirar es a la indefinición, porque no les queda otra opción que inmersionar en esta debacle salomónica que es mucho más que una apología fotogénica de la globalización “súper star”. Frente a esta encrucijada tan compleja, las presiones suelen concluirse con que han llegado los momentos de las despedidas. Adiós con el corazón que con los vientos no puedo. Es lo que muchos están haciendo ya. Y es que soplan vientos que se convierten en fabulaciones capaces de arrastrar al mito y entronizar el hambre en lo más alto del podio terrenal.
La pista de aterrizaje es la caída en vertical de los que andan con el vuelo sin motor. Muchas invenciones pero pocas realmente interesantes. Tal vez algún imprevisto compañero de viajes nos respete más que los amigos del aprendizaje. Y, por supuesto, en el mundo, en definitiva, ganarse el derecho a la gloria es cuestión de comerse el pastel y dejar que los otros se coman el marrón porque se creen más altos, más fuertes, más guapos…
Las décadas de los padrinos ya no son lo que eran. Ahora la desgana de los “gurús” descubre algo nuevo: las grandes ideas se originan cuando el panorama demuestra que para llegar hay que saber estar. Y es que muchos no se están quietos ni un momento para que el “flash” sea lo suficientemente cualitativo. ¡Tantas fotografías para tantos despistes, Dios mío!
Lo insuperable, en estos momentos, es saber que nos gustan las que nos gustan y no las que quieren los demás que nos gusten. Hablo de oportunidades para no confundir al personal. El arroz con leche siempre es mejor con una buena cantidad de canela esparcida y es que la canela está mucho mejor que el ajenjo para el gusto del buen paladar. Pues eso. No confundan los términos una vez más no vaya a ser que muchos se salgan de la fotografía corporal. ¿Cañoneros o carroñeros? He ahí el dilema. Tanta independencia para tanto trampero. ¿Hablamos mejor de fútbol?.