Estimado Señor Don Luis:
Me parece muy bien, pero que muy bien, que usted cante al alba porque, al fin y al cabo, todos los hombres hemos sido, alguna vez que otra. un poco cantamañanas. Y me parece muy bien, pero que muy bien, que usted pasara por aquí. Yo no sé cantar ni pintar tan bien como usted pero da la casualidad, por esas cosas de Dios, que también pasaba por aquí cantando algunas canciones que otras. Y también otros muchos han pasado por aquí cantando a su manera. Que para cantar sólo basta escribir unos cortos versos y ponerles la música que cada uno prefiera.
Ahora bien, en lo que no estoy para nada de acuerdo conn usted, mi Estimado Señor Don Luis, es en eso de “una de dos o me llevo a esa mujer o entre los tres nos las arreglamos para pasarlo bien”. Usted tendrá todas las mujeres que quiera si es que hay quienes se las deja, pero en cuanto a lo que respecta a mí (y ya nos conocemos lo suficientemente bien usted y yo) recuerde que jamás me va a quitar a mi Princesa y, por supuesto, ni mucho menos (que se le quite eso de la cabeza decimos los castizos madrileños) nos vamos a arreglar los tres para pasarlo bien. !Eso no se lo cree usted, por muy Estimado Señor que sea, ni ni borracho de coñac (y no va de coña) ni colocado con los porros, las mescalinas y los peyotes (para que sepa usted que no voy de peyote ni de pegote sino en serio).
Dele recuerdos, d emi parte, a su admiradora Sabina que tanto comparte con usted porros y copas de coñac (repito que no va de coña) que a mí me importa “un rábano” que les den las tres y las cuatro y las que sean mirando sus ojos de gata (¿va comrendiendo de qué va la movida?) y, si lo desean, pueden seguir fumando todos los marlboros que deseen y rompiendo todos los cristales de los Bancos que encuentren a su paso (sean del Hispano Americano o de la Caja Rural por decir sólo dos ejemplos).
Pongamos que hablamos de Madrid… pero de Madrid-Madrid, Estimado Señor Don Luis… pongamos que hablamos de Madrid y que las chicas ya no quieren ser princesas. Pues bien. Usted puede pasear cuanto quiera por el Parque de la Fuente del Berro pero debe saber que mucho antes que usted yo paseé por el susodicho parque cuando había tantos pavos reales que daba gusto. Que si usted es madrileño filipino y el Estimado Señor Don Joaquín es madrileño jienense yo sot madrileño extremeño. O sea, que sé muy bien lo que es ser conquistador pues lo llevo en la sangre desde que nací y no como uistedes que lo son sólo de costumbre. ¿Nos entamos entendiendo o es necesario aclarar más?. Vamos a aclararlo más.
Yo, por ejemplo, pudiera ser del pozo y decir aquello de “soy del pozo ¿qué pasa?”. Que sé muy bien que Paco El Pocero es madrileño también. Bien. Entendido y claro el mensaje. Que ni me la va a quitar jamás ni la voy a compartir con usted ni con nadie más nunca jamás (aunque tenga que repetirle eso de jamás tantas veces como sean necesarias).
No sé si yo soy tan Estimado Señor como ustedes y no sé si canto mejor que ustedes o que ustedes pintan mejor que yo. Tampoco sé cuántas tías tienen ustedes pero le puedo asegurar que las mías están todas muertas. Pero como de vida estamos hablando (que para esos son ustedes tan vivos) por mí pueden seguir tomando todo el “chocolate con porros” que deseen que ya ve uste, yo sigo y me mantengo vivo tomando sencillamaente café con leche. Y de movidas madrileñas hasta es posible que sepa más que ustedes dos juntos.
Por cierto para “cantar” de Génesis me basta y me sobra con saber que “En el principio era el Verbo y el Verbo era la Palabra y la Palabra era Dios”. Buenos días tenga usted Estimado Señor Don Luis y buenos días tenga también el Estimado Señor Don Joaquín y que sigan con sus cortejos de admiradoras que sé muy bien lo que es la Princesa de Madrid. ¿Entendido?. Pues eso. Buenos días a los dos y pongamos que hablo de Madrid…