Complacencias

En su gran día tuvo que preparar un discurso perfecto.
Se limitó a mirar al expectante respetable y debido, quizás, a su buena intención no pudo complacer por completo al público.
Nadie obtuvo algo que no quisiera… No dijo nada, exactamente lo que querían escuchar, pero al acostarse se le ocurrieron veinte discursos perfectos para otra ocasión.

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