Comunicación Interpersonal en la Pareja (Ensayo) -1-

– Claves para el entendimiento de un proyecto común.

Tema I: El encuentro del hombre y la mujer.

Capítulo 1:
– La comunicación
– Comunicación interpersonal.
– ¿Existe la incomunicación?.
– Niveles de comunicación interpersonal.
– Saber hablar/saber escuchar.

1.1.- La comunicación.

Un primer acercamiento a la definición de comunicación puede realizarse desde su etimología. La palabra deriva del latín “commnunicare”, que significa “compartir algo, poner en común”. Por lo tanto, la comunicación es un fenómeno inherente a la relación que los seres vivos mantienen cuando se encuentran en grupo. A través de la comunicación, las personas o animales obtienen información respecto a su entorno y pueden compartirla con el resto. El proceso comunicativo implica la emisión de señales (sonidos, gestos, señas, etcétera) con la intención de dar a conocer un mensaje. Para que la comunicación sea exitosa, el receptor debe contar con las habilidades que le permitan decodificsr el mensaje e interpretarlo. El proceso luego se revierte cuando el receptor responde y se transforma en emisor (con lo que el emisor original pasa a ser el receptor del acto comunicativo). En el caso de los seres humanos, la comunicación es un acto propio de la actividad psíquica, que deriva del pensamiento, el lenguaje y el desarrollo de las capacidades psicosociales de relación. El intercambio de mensajes (que puede ser verbal o no verbal) permite al individuo influir en los demás y a su vez ser influído. Entre los elementos que pueden distinguirse en el proceso comunicativo, se encuentra el código (un sistema de signos y reglas que se combinan con la intención de dar a conocer algo), el canal (el medio físico a través del cual se transmite la información), el emisor (quien desea enviar el mensaje) y el receptor (a quien va dirigido). La comunicación puede ser afectada por lo que se denomina como ruido, una perturbación que dificulta el normal desarrollo de la señal en el proceso (por ejemplo, distorsiones en el sonido, la afonía del hablante, la ortografía defectuosa).

Dios creó a los seres humanos tal como vemos en Génesis 1-27: “Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó”; lo cual también podemos leerlo en Mateo 19-4: “Él, respondiendo, les dijo: ¿No habéis leído que el que los hizo al principio, varón y hembra los hizo?” e, igualmente, en Marcos 10-6: “Pero al principio de la creación varón y hembra los hizo Dios”. Pues bien, los seres humanos son seres sociables porque, desde el principio, viven en sociedad y, precisamente para comunicarse entre ellos y ellas, deben ser seres comunicables. Aquí es donde encontramos que la comunicación humana (más allá de la simple comunicación animal porque se puede expresar con el habla y con la escritura) es tan antigua como la creación divina de los varones y las hembras que componen las sociedades humanas.

Como hemos dicho, para que exista lo que llamamos comunicación y, más detalladamente, comunicación social, es necesario que haya una persona o varias personas realizando el rol de emisor o emisores y una persona o un grupo de personas cumpliendo el rol de receptor o receptores. Pero por sí solos no podría haber comunicación si faltase un mensaje y un canal transmisor de dicho mensaje. El mensaje es el contenido verbal o no verbal que comunica el emisor (o emisores) al receptor (o receptores). Y ese mensaje debe, obligatoriamente, ser transmitido por un canal, que es el medio que se utiliza para transmitir el mensaje. Además, como ya señalé antes, es necesario que el código que emite el emisor (o emisores) debe ser entendible para el receptor (o receptores) y, si en principio, no se usa el mismo lenguaje debe existir otro elemento en la comunicación social: la figura del traductor o la traductora. Sea cual sea el canal que hemos elegido para transmitir un mensaje es necesario que ese mensaje visualizado, oído o leído por el receptor (o receptores) deba estar expresado en un lenguaje que las dos partes comprendan y entiendan. Si no existen estos elementos esenciales no puede existir la comunicación dentro de un grupo de seres humanos y sería imposible que las sociedades humanas evolucionasen, puestos que los varones y las hembras vivirían aislados los unos de los otros con lo cual, se deriva, que la existencia humana no hubiese sido posible puesto que al vivir aislados no se hubiese podido nunca reproducir la especie humana. Esto va en contra de la idea que tuvo Dios cuando creó a ambos (varón y hembra) pues como leemos en Génesis 1-28 se demuestra sin ninguna clase de duda: “Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgarla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven en la tierra” que vuelve a repetirse en otros diversos pasajes de la Santa Biblia; como, por ejemplo, en Mateo 19-5: “Y dijo: Por esto el hombre dejará padre y madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne” (lo cual sería imposible si no estuviesen, antes de ello, en contacto a través de la comunicación social y ya hablaremos después de la comunicación interpersonal); o en Marcos 10-7,8: “Y los dos serán una sola carne; así que no son ya más dos, sino uno” (que vuelve a recordarnos que sin contacto comunicativo entre ellos sería imposible); en 1 Corintios 6-16 también leemos: “¿O no sabéis que el que se une con una ramera, es un cuerpo con ella?. Porque dice: Los dos serán una sola carne” (lo cual ya sale del contexto en que estamos tratando este capítulo pero que también es válido para hacer una reflexión sobre el tema de la comunicación) y en Efesios 5-31 vuelve a insistirse en que: “Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne”. Todo esto que pertenece básicamente a la creación, desarrollo y evolución de la humanidad entera, nos hace comprender que somos sociables porque vivimos en sociedad, somos comunicacionales porque usamos la comunicación para conocernos, comprendernos y entendernos, y somos evolutivos porque a través de la comunicación vamos compartiendo el proceso del desarrollo y la evolución de todos y todas.

1.2.- Comunicación interpersonal.

Una de las definiciones de comunicación interpersonal puede ser, por ejemplo: relacion de intercambio por medio de la cual dos o más personas comparten su percepcion de la realidad con la finalidad de influir en el estado de las cosas. No siempre es un proceso consciente y es, por lo tanto, el proceso por el cual, el ser interactúa con otros, para transmitir información, dudas, y emociones. Aquí ya tenemos que el canal que se usa en la comunciación imterpersonal es directamente de un ser humano con otro y otros seres humanos. En la comunicación interpersonal ya no intervienen factores artificiales sino que la comunicación se hace directamente entre seres humanos con seres humanos. El mensaje, ahora, puede ser verbal o no verbal, pero es directo y visual. Intervienen todos los sentidos humanos y no como puede suceder en la comunicación social en que intervienen sólo algunos de los sentidos humanos (aunque a veces intervengan también todos). La gran diferencia entre comunicación social y comunicación imterpersonal es que la primera de ellas es de carácter colectivo mientras que la segunda sólo es de persona a persona y de manera mucho más individual.

Si desarrollamos levemente la definición de comunicación interpersonal, sin entrar en mayores detalles de profundidad, podemos decir lo siguiente: La comunicación interpersonal, o una de las clases de comunicación interpersonal que existen, se da entre dos personas que están físicamente próximas. Cada una de las personas produce mensajes que son una respuesta a los mensajes que han sido elaborados por la otra o las otras personas implicadas en la conversación.
Los seres humanos estamos incluidos en un mundo de la comunicación, por esto que para un mejor estudio se ha divido en tres: La comunicación interpersonal que se realiza entre dos personas, la comunicación grupal que tiene lugar entre tres o más personas y la comunicación social que utiliza elementos técnicos y puede llegar a millones de personas. Las distintas formas de comunicación presentan características distintas, ventajas y desventajas distintas y por tanto son útiles o inútiles según los objetivos de quien las utiliza. Nadie utiliza un canal de televisión comercial para dialogar con un amigo. Cuando se utiliza un medio de comunicación social es muy difícil saber cual ha sido la reacción o el efecto del mensaje. Hoy se hace una diferencia muy clara entre medios de comunicación informativos, que no posibilitan el diálogo, y medios de comunicación interpersonal que sí lo facilitan.

Tocamos el punto esencial al que me voy a referir a lo largo de todo el presente ensayo: el diálogo. Es fundamental, para que una comunicación interpersonal sea efectiva que, de alguna manera natural o tambén usando canales artificiales pero en el plano de lo privado, que exista un diálogo entre las dos personas ya que si este diálogo no se produce la comunicación interpersonal deja de serlo. El diálogo pone en contacto a una persona con otra y hace que ambos (él y ella en el caso del presente ensayo) puedan contactar personalmente y sentir, de manera directa, lo que se están comunicando a través de sus informaciones, sus emociones y sus sentimientos.

Desarrollando, ahora con mayor amplitud el concepto, podemos citar lo siguiente: sabiendo que la comunicación, en general, es la esencia de la vida, muchos de los problemas que afligen a los individuos, neurotizándolos, amargándolos y bloqueándolos, son los problemas de comunicación. También son problemas que afectan a las organizaciones, restándoles fuerza y eficacia. Según frase de Mauro Rodríguez Estrada: “Parece una ironía que el hombre moderno, que ha sido capaz de desafiar los elementos de la naturaleza y de conquistar la luna, sea incapaz de entenderse con su vecino y de formar equipos bien integrados.” No existe mejor medio de superación personal que la buena comunicación intrapersonal e interpersonal. La comunicación intrapersonal es el diálogo que sostenemos con nosotros mismos, la conciencia, el angelito y el diablillo que nos acompaña eternamente en nuestras vidas, o como se lo quiera representar. A través de la comunicación intrapersonal, aprendemos a conocernos, a elaborar la imagen de nosotros mismos, a valorarnos, evaluarnos y estimarnos. La comunicación interna es a través de nuestros pensamientos, pero también a través de nuestro cuerpo que nos envía señales de alarma o de satisfacción. A través del autoconocimiento y de sus altibajos a lo largo de los años, vamos integrando un auto concepto, es decir, una imagen de nosotros mismos, que puede ser negativa o positiva, estimulante o deprimente, equilibrada o desequilibrada, verdadera o falsa. Ningún concepto o juicio es más trascendental para una persona que el que ella se forme de sí misma. Este concepto es la variable número uno de la comunicación humana; la que en forma decisiva condicionará las acciones y las reacciones del sujeto en cuestión.

Entremos ahora a lo que más nos interesa en el presente ensayo. La comunicación interpersonal entre dos o mas personas puede hacerse a través de una comunicación artificial, defensiva, mecanizada… pero puede también existir una comunicación fluida, abierta, espontánea, confiada y cordial. En la primera el individuo comunica cosas, como las podría hacer una máquina, en la segunda se comunica directamente un ser humano con otro ser humano (para nuestro ensayo un hombre con una mujer). Esta comunicación interpersonal no depende tanto del temperamento y rasgos de carácter, sino más de la voluntad de compartir, de participar, de tender puentes, de involucrarse, de darse. La comunicación abierta no tiene que ver con la verborrea o abundancia compulsiva de palabras superficiales, sino con la sinceridad y permitir el acceso a mi mundo interno. La comunicación genuinamente interpersonal es hablar con y no con hablar de o hablar sobre. Esta comunicación interpersonal exige sacar los sentimientos. La riqueza de la comunicación está en su paradoja: aceptar totalmene al otro y sin embargo permanecer totalmente yo mismo y sin diluirme.

La importancia de la buena comunicación interpersonal existente en una pareja formada por un hombre y una mujer es, por lo tanto, primordial para que se produzca la empatía entre ambos; una empatía que va mucho más allá de la simple simpatía (causa también importante para la buena comunucicación en la pareja hombre/mujer) y que sirva de base esencial para el entendimiento de un proyecto común en la pareja formada por un hombre (varón) y una mujer (hembra) cuando se quiere llegar al matrimonio de común acuerdo entre ambos; no por la fuerza coercitiva de uno de ellos sino por la aceptación mutua de él y de ella, en la cual el emisor pasa a ser receptor y el receptor pasa a ser emisor de forma continua y continuada.

Para nosotros, los cristianos y las cristianas, el tema de la comunicación interpersonal, si se trata del sentimiento humanamente amoroso, sólo es válido de manera natural (ya escribiré sobre la homosexualidad y el lesbianismo cuando llegue la ocasión) que es lo mismo que decir entre un hombre y una mujer o entre un varón y una hembra. Y fíjense bien que no he dicho entre un macho y una hembra pues el machismo sólo es propio de animales. En esto de las relaciones entre los masculino y lo femenino la sustitución del factor masculino por el factor machismo sí cambia el producto final.

1.3.- ¿Existe la incomunicación?.

Para definir lo que es la incomunicación de dos seres humanos podemos empezar haciendo la siguiente reflexión: cada vez hay menos comunicación, pese a que estamos en la era de la comunicación (teléfono, internet, móviles, mayor libertad para contactar con personas del género diferente al nuestro, etcétera), lo puedo ver a diario, en todos los ámbitos de la vida. El ser humano cada vez está más solo. Sirva como ejemplo ese ejército de jóvenes nipones que se pasan la vida encerrados en sus cuartos sin ningún contacto personal. Bueno… pero ¿qué es la incomunicación en términos generales?. Aclaremos un poco este concepto.

Si todo acto de comunicación es un flujo de información entre el emisor y el receptor, cualquier barrera que obstaculice la misma, produce el efecto, normalmente indeseado, de la incomunicación. Me parecen especialmente importantes los “muros” que todos poseemos, prejuicios, fantasías y miedos que hacen que la información no pueda llegar. Estoy hablando de las barreras del receptor, que son en mi opinión, de las más difíciles de detectar y neutralizar. Este tema resulta particularmente interesante en lugares como los foros, donde la información es unidimensional: se genera, se nutre y se acaba sólo con la palabra. Si comparamos esta comunicación con una conversación en vivo y presencial, las diferencias son abismales : los ojos, los gestos, aportan, por poner sólo algunos ejemplos, poderosas fuentes de información. Además, se puede interactuar mucho más rápidamente. Es por eso por lo que yo digo que incomunicación no es sinónimo de silencio. El silencio puede ser, en muchos casos, un ejemplo de incomunicación pero, si va acompañado de las acciones anteriormente citadas, puede ser una comunicación bastante interesante. A veces se produce un gran diálogo que es, paradójicamente, un ejemplo de incomunicación (ya hablaremos después de lo que es saber hablar y saber escuchar) y, en sentido contrario, el silencio puede ser comunicación que, en algunos casos, da resultados muy positivos porque expresamos e interactuamos adecuadamente. Es por lo tanto una relatividad el tema de la incomunicación.

Hablemos ahora de la incomunicación en términos absolutos. Veamos qué ha escrito, sobre el tema, el periodista José Antonio López “Tonino”, del programa CQC, con el cual me identifico casi plenamente (luego diré en lo que me diferencio con respecto a lo que afirma él): “Para comenzar, diré que, a lo largo de mi trayectoria profesional, he sido empujado a realizar varias cosas; incluso he sido empujado a abandonar varios medios de comunicación -amablemente, eso sí, siempre-: «Tonino se te ha acabado el contrato», «eres muy simpático pero te invitamos, empujándote, a que te vayas de aquí»… Así que espero que esta charla sea productiva para todos, que no tengamos que empujarnos unos a otros -al fín y al cabo, nos acabamos de conocer y sería una tontería-. Seré breve, unas tres horas, más o menos, de charla entretenida y divertida sobre medios de comunicación. Os agradezco, por otra parte, que seáis tan numerosos hoy, sobre todo sabiendo que se vende un piso justo aquí al lado, por unos 11.000.000, más o menos: tres habitaciones, dos cuartos de baño…; me congratula que no acudáis para aprovechar esa oportunidad que se os brinda. El caso es que, ya que es un periódico el que me invita a hacer esta charla, he decidido hablar de algo en lo que soy bastante experto, que son los medios de comunicación. Entonces, voy a dividirla en unas 8 ó 9 partes, en las que incluiría, primero, la diferenciación entre la incomunicación plana y lo que es la incomunicación traumática; luego, lo que es el proceso incomunicativo en sí; después, la prensa incomunicativa; tras esto, cómo no, la televisión incomunicativa, los medios necesarios para llegar a una perfecta incomunicación, el problema de la desconfianza, la cosificación -que es una cosa muy interesante- y, por último, y unido a este punto, Albacete y la resolución del problema, lo que luego explicaré. En primer lugar, explicaré una parte de la primera de ellas: la incomunicación plana. Como todos ustedes sabrán -y si no lo saben es porque están un poco incomunicados con el mundo exterior-, existen dos modelos de incomunicación: la plana y la traumática. La plana consiste en un deseo, una voluntad propia, por parte del comunicador y de quien es comunicado, de no comunicar. Es una sensación agradable, muy placentera, en los dos casos; por ejemplo, cuando viene nuestra tía Adela a casa, a merendar con sus tres niños y ella comienza a hablar, nosotros vemos cómo mueve los labios, cómo nos habla, pero no escuchamos. La tía Adela es un poco pesada y no nos interesa nada -seguramente nos cuenta sus vacaciones en Benidorm y ha traído unas fotos-, entonces, el que va a ser comunicado no da ninguna muestra de tener interés hacia esa charla -espero que no haya nadie aquí que se llame Adela o que tenga una tía-, con lo cual, se corta ya el proceso comunicativo. Por otro lado, esto resulta bastante placentero, porque se ve a la tía Adela hablando, evolucionando, y uno está tranquilamente en su sofá sonriendo -vamos, sí puede decir alguna palabra en plan «sí claro, te entiendo», «qué bonito» para mantener la charla-; además, la tía Adela no tiene la sensación de estar pasándolo mal, ya que está encantada viéndonos sonreir, contando, incluso, anécdotas un poco más animadas, picantes, quizá, de su estancia en Benidorm, y los niños están comiendo la merienda; asi que, en realidad, no se está estableciendo ningún tipo de comunicación, por eso hablamos de comunicación plana o, en fín, sin más, de incomunicación. Este ejemplo también podría aplicarse cuando vamos a pedir un aumento de sueldo a nuestro jefe: «me gustaría que me subieses el sueldo, tengo unos problemas…, acabo de tener un niño…», y nos responde «¡caramba!, ¿cuánto tiempo llevas trabajando aquí? », «pero si no le he preguntado eso» -piensas tú-; esto también es incomunicación. Así como lo que ocurre en algunos matrimonios cuando se pide a la pareja un poco de sexo oral y responde que ha tenido un día muy difícil, o incluso en los partidos de fútbol, cuando se le grita al jugador que chute y se dedica a regatear, le quitan la pelota y no mete gol. Todo es lo que se ha de llamar en algunas universidades incomunicación plana. Luego existe la incomunicación traumática, que es cuando el emisor y el receptor del mensaje no pueden llevar a cabo la comunicación por algún tipo de impedimento no ajeno a ellos, es decir, que los dos están implicados: un cartel de recién pintado y un invidente, por ejemplo; hay una serie de manchas, nadie sabe qué ha pasado, y, evidentemente, el mensaje no ha sido recibido por ninguno de los dos. También podría ser por motivos psicológicos, como puede ocurrir, verbigracia, en una pareja de enamorados, que se miran durante horas, durante meses, incluso años, a los ojos, sin decirse gran cosa, hay un gran vacío en sus mentes, no ocurre nada, «cariño», «¿qué?», «no sé»; pasan horas, días, así, no hay una real comunicación, hay un poco de desazón, casándose al fín -éste, ya, es otro tipo de incomunicación del que no vamos a hablar aquí-. Y, por último, hay una incomunicación también traumática, inducida por el error, sencillamente por el error: «¿me da usted un quilo de patatas», «no, esto es una mercería», «ah, caramba»; o el que ocurre en algunas curvas de carretera cuando no han puesto el cartel indicador y uno se sale de la curva porque, claro, faltaba el mensaje. Todas éstas suelen ser las cosas traumáticas. Una vez diferenciado lo que es la incomunicación placentera de la traumática, podemos pasar a ver cómo ocurre en sí mismo el proceso incomunicativo. Como todos sabeís, las ideas y los pensamientos se producen de dos maneras; una, en la propia parte craneal de la persona, es decir, en el cerebro, y otra, mediante palabras. Entonces, el proceso incomunicativo correcto consiste, únicamente, en cortar la parte de las palabras; o sea, uno se queda con los pensamientos en la cabeza, igual que ocurría con los libros de El Quijote, con alguna serie de televisión…Yo prefiero, como método para llevar a cabo dicha incomunicación, la visión de un telefilm, un telefilm en el que te encuentras con un mundo irreal que no tiene nada que ver contigo; normalmente, es una familia de negros americanos cuya vida transcurre en Nueva York y no tiene nada que ver con la tuya, pero tú lo estás viendo agradablemente, «¡caramba!, ¡qué divertido es esto! », «no tiene nada que ver conmigo, aunque la verdad es que lo estoy pasando bien». Sin embargo, en tu cerebro se quedan todas esas ideas porque tampoco se las puedes comunicar a nadie: «acabo de ver el príncipe de Bell Air», «ha estado bien», «¿qué tiene que ver esto con mi vida»; ahí se acaba la cuestión. Ése es el proceso mismo de la incomunicación, ¿por qué?, porque, mientras ocurren todos estos hechos, perdemos la ocasión de caer en la tentación, por ejemplo, de leer un libro -cosa espantosa-, o de leer el periódico, -que sería una monstruosidad-, incluso de tener una conversación agradable con alguien, ya que, así, todo nuestro esfuerzo incomunicativo quedaría en nada; es como decir «llevo diez horas viendo la televisión y me has tenido que hacer una pregunta interesante, ¡me cachis la mar!, con lo bien que estaba yo viendo Al salir de clase».

Creo que con este ejemplo queda demostrado, con mucha claridad de ideas y nitidez de conceptos, lo que es la incomunicación entre seres humanos. Ahora voy a decir algo particular que no se ha citado hasta este momento: la incomunicación por “paralización”. ¿Qué tipo de incomunicación es ésta que yo defino como de “paralización”. Estoy hablando de la timidez cuando la timidez llega al grado de ser un proceso enfermizo. Ocurre que muchas veces nos gusta una determinada persona del sexo diferente al nuestro y queremos comunicarnos con ella pero no podemos porque tenemos una timidez exagerada, al menos en algunos momentos de nuestras vidas. A todos nos ha podido ocurrir en alguna ocasión. En tu interior estás deseando comunicarte con ella (suponiendo que el interesado sea un varón) pero te quedas “paralizado” y no sabes cómo comenzar (aunque tengas muchas historias por contar), cuándo comenzar (aunque tengas un montón de ocasiones de hablar con ella) o de qué manera comenzar (cuando lo más fácil para salir de duda es decir hola como estás y si te responde que bien ya es fácil). ¿Qué nos ocurre cuando ni sabemos cómo, ni cuándo ni de qué manera empezar a comunicarnos con la persona que estamos deseando comunicarle algo, lo que sea, pero algo para poder salir de dudas si se establece o no se establece la empatía mutua de la que antes hablé o tienes que irte a buscar a otra?. Ocurre que tu cerebro está pidiéndote que actúes pero la dichosa timidez impide que lo hagas y aunque el cerebro te está emitiendo señales de que puedes tú eres incapaz de hacerlo. Este tipo de incomunicación es realmente frustrativo porque te elimina una gran cantidad de posibildiades cuando las tienes al alcance de tus manos.

Otro tipo diferente de incomunicación es la que yo llamo la incomunicación por “insatisfacción”. Este caso es totalmente distinto y hasta a veces opuesto al de la incomunicación por “paralización”. Porque resulta que sí, que te lanzas a hablar con la chica que más te gusta pero a ella no le llena el contenido de tu charla continua, sobre todo si no la dejas hablar a ella, y resulta que te has pasado una tarde entera hablando sólo de fútbol por ejemplo (como he podido comprobar en algún caso que conozco y que no viene al caso decir nombres ahora). Es cierto que has tenido la ocasión de hablar pero es cierto, también, que has dejado tan insatisfecha a la chica que se ha producido una incomunicación absoluta porque todo lo que le has contado no le interesa para nada. Este tipo de incomunicación se da, sobre todo, cuando no se tienen suficientes conocimientos culturales y sólo sabes hablar, por poner el caso citado, del Real Madrid Club de Fútbol. Insisto en que para que una comunicación tenga buen resultado, en primer lugar debes dejar hablar también a la otra persona y, en segundo lugar, debes conocer una temática muy variada para, si ves que un asunto no le interesa a ella (sigo poniendo el caso de que se trata de un chaval buscando comunicarse con una chavala) poder cambiar de tema cuantas veces sean necesarias. Este tipo de comunicación deja tan insatisfecha a la ota persona que nunca más te da otra oportunidad de intentarlo de nuevo.

También existe la incomunicación de “intereses enfrentados”. Ocurre cuando estás hablando con ella pero ella piensa de forma totalmente opuesta a la tuya. Si bien es verdad que dos personas no son siempre iguales, también es cierto que si son completamente distintas no puede producirse la comunicación y se da paso a la incomunicación porque sus intereses y los tuyos son totalmente opuestos y no hay posibilidad alguna de poder estar de acuerdo en nada. A veces sucede antes de casarse con ella y tiene el fácil remedio de no volver a insistir con la misma; pero lo más grave es que a veces sucede una vez que te has casado con ella y, en este caso, la ruptura de la comunicación (como he visto multitud de veces) es mucho más traumática y termina o bien con una separación momentánea hasta ver qué se puede cambiar para seguir juntos o una ruptura total (entiéndase divorcio).

Podríamos hablar de otros tipos de incomunicación pero creo que el tema ya está lo suficentemente bien explicado. Sólo me falta por añadir que existen terapias apropiadas y dirigidas por expertos profesionales masculinos y femeninos para poder superar todo tipo de incomunicación con la persona del otro género o sexo pero yo propongo algo que puede ser incluso más efectivo. Si tienes problemas para comunicarte con ella (y sigo poniendo el ejemplo de un varón intentando comunicarse con una hembra) y sufres de incomunicación con ella puedes hacer algo muy singular pero que da buenos resultados. Te sitúas ante un espejo y te pones a hablar contigo mismo o bien pones una fotografía de ella delante de ti y te pones a hablar con la fotografía. Si lo que te cuentas a través del espejo o lo que le cuentas a la fotografía de ella te divierte, te entretiene y te llena a rebosar has dado un gran paso adelante para poder comunicarte con ella; pero si lo que te cuentas a ti mismo o lo que le cuentas a la fotografía de ella te aburre o te deja completamente insatisfecho es mejor que la olvides y busques la ocasión que te pueda surgir con otra.

1.4.- Niveles de comunicación interpersonal.

Veamos primero lo que dicen los expertos científicos sobre este tema y después elaboro mis opiniones propias. Nos sirve de mucho lo que explica el experto Francisco Javier Pichardo Galán.

La comunicación interpersonal es la interacción entre dos personas o entre un grupo reducido. Este tipo de comunicación es la forma más directa y adecuada de comunicación, porque a través de la transacción, se cubren necesidades, como resolución de problemas, intercambios de ideas, toma de decisiones y el desarrollo personal. También esta comunicación se puede ver afectada por la sensibilidad de los participantes con respecto a sus propios sentimientos y a los del resto del grupo. El proceso de comunicación es una forma de enfoque eficaz para ayudar a otros a realizar cambios de adaptación al medio ambiente. Los estilos de de la comunicación interpersonal pueden ser:

-Inseguro o pasivo: Deja que los demás controlen la conducta actuando en aras del propio interés.

-Agresivo: Amenazador, culpabilizador y hostil.

-Enérgico: Abiertamente expresivo, espontáneo, considerado con los demás.

Si nos adentramos ya en lo intrapersonal debemos decir que este tipo de comunicación se produce en el interior de los individuos. Es el sistema mediante el cual los individuos elaboran sus pensamientos para expresarse correctamente, ante los demás. El objetivo de dicha comunicación es conocerse así mismo.

De lo anteriormente expuesto, el citado profesional de la comunicación elabora el siguiente cuadro de niveles de comunicación interpersonal en cuanto a los estilos se refiere (de los niveles escribiré mis opiniones personales).

Inseguro

– demasiado poco, demasiado tarde, nunca.
– Conducta Verbal: quizás, supongo, me pregunto si podríamos, te importaría mucho, solamente, no crees que…
– Conducta No Verbal: ojos que miren hacia abajo, voz baja, vacilaciones, gestos desvalidos, negando importancia a la situación, se retuerce las manos, risitas falsas.
– Efectos: conflictos interpersonales, depresión, desmayos, imagen pobre de uno mismo, pierde oportunidades, tensión, soledad, no se gusta a sí mismo ni a los demás.

Asertivo

– lo suficiente, da las conductas apropiadas en el momento correcto.
– Conducta Verbal: pienso, siento, quiero, hagamos, ¿cómo podemos resolver esto?, ¿qué pìensas?, ¿qué te parece?.
– Conducta No Verbal: contacto ocular directo, nivel de voz conversacional, habla fluida, gestos firmes, mensajes en primera persona, honesto, verbalizaciones positivas.
– Efectos: resuelve problemas, se siente a gusto con los demás, se siente a gusto consigo mismo, relajado, se siente con control, crea y fabrica las oportunidades, es bueno para sí y para los demás.

Agresivo

– demasiado pronto, demasiado tarde.
– Conducta Verbal: sería mejor en, haz, ten cuidado, debes estar bromeando, si no lo haces, no sabes, mal.
– Conducta No Verbal: mirada fija, voz alta, habla fluida rápida, enfrentamiento, gestos de amenaza, posturas intimidatorias, deshonesto, me.
– Efectos: conflictos interpersonales, culpa, frustraciones, imagen pobre de sí mismo, hace daño a los demás, pierde oportunidades, se siente sin control, tensión, soledad, no le importan los demás, se siente enfadado.

Ahora voy a detallar, someramente (porque habría mucho que hablar de los niveles de comunicación interpersonal), de algunas cosas aprendidas por mí como experiencias personales.

He comprobado tres grandes niveles de comunicación interpersonal; el positivo, el negativo y el neutro.

El nivel positivo es aquel que te convierte en un buen comunicador, tienes soltura para contactar con los demás y, sobre todo (y esto es muy importante) con las personas de diferente género o sexo al tuyo, haces o procuras hacer la vida agradable a la otra persona, buscas el lado positivo de las cosas aun en los momentos más difíciles de la vida, preguntas la opinión a la otra persona y, sobre todo, tienes en cuenta dicha opinión sea que esté de acuerdo con la tuya o no sea la misma, procuras tener detalles de comprensión cuando las cosas no salen como quieres que salgan, siempre tienes palabras de aliento para la otra persona cuando la ves abatida, sientes cariño por los demás aunque sean diferentes a ti, no buscas peleas continuas, zanjas las posibles discusiones con una sonrisa final, la medida de todas las cosas es un equilibrio entre lo que piensa o hace él y lo que piensa o hace ella, sabe ser compañero, amigo y amante…

El nivel negativo es aquel que te convierte más cerca de la animalidad que de la racionalidad humana porque agredes continuamente al hablar, tienes prepotencia cuando hablas o cuando actúas, puedes llegar a la violencia física, te ahogas en un vaso de agua, no te importa la opinión del otro o de la otra, a los que son diferentes a ti los consideras seres inferiores, no sabes comunicar bien, caes mal a la mayoría de las personas precisamente porque te crees superior a la mayoría de las personas, caes en graves problemas como son el racismo, la xenofobia y el machismo, las personas son solo gentes a las que manipular, todas las discusiones las zanjas imponiendo su voluntad y pisoteando la voluntad del otro o de la otra, la medida de todas las cosas siempre es él o ella, no sabe ser compañero ni amigo ni amante…

El nivel neutro es el de los apáticos a los cuales, tanto en la forma como en el fondo, nada le interesa salvo lo suyo, no le interesa saber nada de los problemas porque no tiene opinión propia, carece de elementos de conocimiento suficientes para enfrentarse a alguna situación apurada, por su neutralidad no sirve de consuelo a ningún alfigido o afligida, la medida de todas las cosas no le interesa en absoluto, le da lo mismo ser compañero, amigo o amante porque siempre se mira sólo a sí mismo o a sí misma…

Se pueden añadir otros muchos elementos a esta cuestión de los niveles positivos, negativos y neutros pero creo que son suficientes para dar una clara idea de lo que son.

En otro sentido yo también puedo explicar otras tres clases de niveles: el plano, el quebrado y el equilibrado. El nivel plano te convierte en un comunciador aburrido y pasivo, de gran lentitud mental, que exapera a la otra persona y nunca enfrentas la realidad con imaginación creativa. El nivel quebrado es cuando la persona pasa continuamente de un estado de excesiva euforia a un estado de excesiva depresión en cuestión solo de horas, produce inquietud y nervios a la otra persona que está comunicando con él o con ella, no da seguridad de acompañamiento a la persona que sufre alguna situación de preocupación personal, lo mismo construye que destruye, no es buen comunicador porque le falta la moderación adecuada. El nivel equilibrado es aquel que sabe comunicar bien siempre y en cualquier momento sea cual sea la circunstancia favorable o desfavorable, no intenta agrandar los problemas sino que procura solucionarlos o bien no se interpone a la otra persona cuando la otra persona puede solucionarlo sino que la apoya con todo su entusiasmo sea o no sea de su agrado el proyecto en que ambos se van a embarcar, está siempre en todos los momentos buenos y en todos los momentos malos aportando su apoyo personal tanto materialmente como espiritualmente…

Y ahora que hablo de lo espiritual sólo cito un pequeño párrafo de nuestra comunicación interpesonal con Dios. He encontrado el siguiente texto en Internet que me sirve de Introducción al tema: “Comunicación asertiva: Descubre el poder de tu comunicación interpersonal. Quiero iniciar este artículo preguntándote ¿A dónde apunta tu corazón?, en otras palabras ¿Sabes a donde se dirigen tus sueños, anhelos y deseos? Te hago estas preguntas porque regularmente nos apegamos tanto a nuestros pensamientos, palabras, situaciones y personas que no dejas que fluya de una manera libre y espontanea los regalos que la vida tiene para nosotros, vivimos escondiendo la imperfección propia de los seres humanos en el lado oscuro del corazón, pues queremos siempre mostrar sólo la parte luminosa por miedo a no ser rechazados, es allí donde la comunicación interpersonal debe ser asertiva y poderosa. En varias ocasiones he hablado de la comunicación interpersonal y encanta tomar este tema, porque considero es indispensable para amentar nuestros niveles de confianza y fortaleza, me he encontrado algo interesante y es que todo el tiempo es mucho más fuerte el concepto del pensamiento positivo de la ley de la atracción y desde mi punto de vista, considero que hay importantes instrumentos con respecto a estas temáticas. Ahora bien, también considero que debido a todas estas tendencias cada vez cargamos más la mente y todo el tiempo le pedimos que visualice más, tenga más pensamientos positivos y de esta forma nos exigimos que en cierto momento la mente quisiera estallar, porque hay una sobrecarga de emociones, sentimientos y pensamientos, los cuales no tienen un tubo de escape que lleven a la paz, sino que por el contrario, hay tantas luchas internas y tantas búsquedas de perfección que no dejamos que salgan los sentimientos y cada vez nos damos más duro por nuestras equivocaciones. He descubierto que cuando hay un equilibrio entre mente, cuerpo y espíritu de una manera asombrosa empieza a fluir nuestra vida como un rio, ya que así como el agua decide bajar de la montaña, también cuando dejamos fluir los pensamientos y dejamos de lado todo el tiempo la vanidad del cuerpo y le permitimos al espíritu que se conecte con Dios con la fuente o con el ser Supremo, la mente se libera y puedes ver todo con más claridad. El gran poder de la comunicación espiritual radica básicamente en que es una conexión más allá de nuestro pensamiento y cuando te conviertes en uno sólo con la fuente, es decir cuando decides acercarte a la divinidad, a la presencia de Dios, las cargas de tus pensamientos que todo el tiempo quieres controlar parece que volaran como una pluma ligera en el viento y créeme que esto lo siente contundentemente tu cuerpo, ya que retiras de ti fuertes pensamientos”.

En cuanto a mi experiencia personal tengo que recordar que Dios, a través de la figura de Jesucristo, siemrpe está presente y nunca se niega, en ningún momento, a que realices una comunicación interpersonal con Él sea donde sea que estés, estés haciendo lo que sea y en el momento del día que tú lo necesites sea hablando comunicándote con tu pensamiento o hablando en voz baja o alta. Cuando intentes, sin temor alguno al qué dirán los demás cuando te ven hablando con Él, deja fluir al Espiritu Santo que hay dentro de tí (y esto se lo dirijo a quienes son cristianos de verdad y han recibido ya al Espíritu Santo dentro de ellos o ellas) y siente la felicidad que supone no preocuparte por los demás. Habla con Dios en cualquier momento bueno o malo de tu vida. En el momento bueno para agradecerle y en el momento malo para desahogarte y consolarte. Lo mismo que alimentas bien a tu cuerpo debes alimentar bien a tu espíritu. Es algo tan beneficioso que te ayuda de manera muy especial a superar tusn prejuicios, tus inhibiciones y tus más o menos elevados grados de timidez o frustración para cuando tengas que hablar con ella o con él (y me refiero especialmente a los que ya están comprometidos o casados con una mujer en caso de ser hombre o con un hombre en caso de ser mujer).

1.5.- Saber hablar/saber escuchar.

Para relajar un poco la tensión del lector o lectora voy a transcribir, a continuación y antes de meterme en la materia, unas cántas frases de personajes ilustres que se han referido al tema de saber hablar y saber escuchar. Creo que con un buen manojo de ellas tenemos suficiente material para explicar el asunto:

“El que te habla de los defectos de los demás, con los demás hablará de los tuyos” (Denis Diderot); “Así como hay un arte de bien hablar, existe un arte de bien escuchar” (Epícteto); “La cosa más difícil es conocernos a nosotros mismos; la más fácil es hablar mal de los demás” (Tales de Mileto); “La mayoría de las personas gastan más tiempo y energías en hablar de los problemas que en afrontarlos” (Henry Ford); “Es una enorme desgracia no tener talento para hablar bien, ni la sabiduría necesaria para cerrar la boca” (Jean de la Bruyere); “Si los hombres se limitaran a hablar solamente de lo que entienden, apenas hablarían”
(Arturo Graff); “Hay personas que empiezan a hablar un momento antes de haber pensado” (Jean de la Bruyere); “Si los que hablan mal de mi supieran exactamente lo que yo pienso de ellos, aún hablarían peor” (Sacha Guitry); “Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para aprender a callar” (Ernest Hemingway); “Si los hombres han nacido con dos ojos, dos orejas y una sola lengua es porque se debe escuchar y mirar dos veces antes de hablar” (Madame de Sevigné);
“Hay tiempo para hablar y tiempo para callar” (William Claxton); “Hablar sin pensar es como disparar sin apuntar” (Janny Ligthart); “Tenemos dos orejas y una sola boca, justamente, para escuchar más y hablar menos” (Zenón de Citio); “Muchas personas están demasiado educadas para no hablar con la boca llena, pero no se preocupan de hacerlo con la cabeza hueca” (Orson Welles). “Ponte a hablar cuando estés encolerizado y pronunciarás el mejor discurso del que alguna vez te hayas arrepentido” (Anónimo); “Hay que escuchar a la razón, pero dejar hablar al sentimiento” (Roberto Ricci); “Aquellos cuya conducta se presta mas al escarnio, son siempre los primeros en hablar de los demás” (Moliere); “Hablamos muy poco, excepto cuando la vanidad nos hace hablar”
(La Rochefoucauld). Termino esta galería de frases oportunas para el tema a tratar con algo muy sabio que se lee en la Santa Biblia; exactamente en Eclesiastés 3-1,8: “Hay un momento para todo y un tiempo para cada cosa
bajo el sol; un tiempo para nacer y un tiempo para morir, un tiempo para plantar y un tiempo para arrancar lo plantado; un tiempo para matar y un tiempo para curar, un tiempo para demoler y un tiempo para edificar; un tiempo para llorar y un tiempo para reír, un tiempo para lamentarse y un tiempo para bailar; un tiempo para arrojar piedras y un tiempo para recogerlas, un tiempo para abrazarse y un tiempo para separarse; un tiempo para buscar y un tiempo para perder, un tiempo para guardar y un tiempo para tirar; un tiempo para rasgar y un tiempo para coser, un tiempo para callar y un tiempo para hablar; un tiempo para amar y un tiempo para odiar, un tiempo de guerra y un tiempo de paz”. Lo que me interesa de este pasaje bíblico es precisamente el punto 3-7: “un tiempo para callar y un tiempo para hablar”.

Entremos ya en algo más concreto todavía. La comunicación interpersonal debe basarse, como ya hemos dicho, en un diálogo sincero, que nazca del corazón, pase por el cerebro y salga por la boca. ¿Qué quiero decir con esta frase?. Que la característica primordial para dicho diálogo debe poner en conexión al corazón de él y al corazón de ella, al cerebro de él y al cerebro de ella y a la boca de él y la boca de ella: Y me detengo en esto de la boca para seguir avanzando en el asunto.

Es precisamente la boca la que puede construir una sabia comunicación interpersonal o bien destruir por completo esa comunicación. Para lograr ser sabio a la hora de hablar con la otra persona hay que haber pasado mucho tiempo escuchando a otros sabios que nos enseñaron antes de que nosotros podamos enseñar. Es un ejercicio recomendable para tantos y tantos habladores y habladoras de hoy en día que no saben, primero, pasar mucho tiempo escuchando para aprender y, de esta manera, conseguir una comunicación interpersonal positiva. Pasar mucho tiempo escuchando es imprescindible para después pasar mucho tiempo sabiendo hablar o comunicar. Cuando he dicho escuchando no he dicho oyendo porque no es lo mismo oír que escuchar.

Muchas personas pasan mucho tiempo oyendo pero casi nunca escuchando y por eso, a la hora de la comunciación interpersonal, fracasan y sólo demuestran ser vanidosos y jactanciosos sin sustancia interesante en lo que dicen. Para saber escuchar es primordial valorar a la persona que nos está hablando, que nos está enseñando, que nos está forjando sabiduría interior; porque sin sabiduría interior no existe sabiduría hacia el exterior. Cuando se escucha bien no sólo se aprende a saber comunicar cuando llega la ocasión de hacerlo (y no antes ni después) sino que, sobre todo, se aprehende. La diferencia que existe en aprender y aprehender no es un juego de palabras más o menos ingenioso sino algo fundamental para saber luego comunicar con la otra persona; porque, por definición, aprender sólo es “adquirir el conocimiento de algo por medio del estudio o de la experiencia; concebir algo por meras apariencias, o con poco fundamento o tomar algo en la memoria” mientras que aprehender, también por definición es: “llegar a conocer en profundidad”. Esa es una diferencia fundamental a la hora de saber hablar. Primero es necesario saber escuchar, aprehender bien lo escuchado y, después (ni pronto ni tarde sino en su momento oportuno) saber comunicar lo aprendido e incluso añadir sabiduría propia a la sabiduría adquirida. Para ser un gran comunicador o comunicadora necesitas precisamente eso: ser capaz no solo de saber hablar lo aprendido sino saber fabricar aprendizaje nuevo y propio porque te has dado el suficiente tiempo de escuchar la sabiduría y estás preparado para añadir tu propia sabiduaría a la ya adquirida.

Refiriéndonos al diálogo que tiene éxito en una pareja formada por un hombre y una mujer es importantísimo, antes de hablar, escuchar (no sólo oír como hacen muchos sino escuchar atentamente) a la otra persona; porque solo de esa manera sabrás como piensa de verdad la otra persona y si sabes cómo piensa de verdad la otra persona estás en el camino perfecto para saber hablar a esa persona y que esa persona también te escuche a ti.

No hay nada más necio (y lo he comprobado a lo largo de mi todavía corta vida) que un hombre hablando, a una mujer, de cosas que desconoce porque no se dio tiempo a escuchar para aprenderlas. También pasa con las mujeres pero en mucha menor cantidad porque la naturaleza femenina es muy dada a escuchar antes que hablar mientras que la naturaleza masculina (por cuestiones como el machismo que ha dominado tanto a lo largo de la historia de las relaciones humanas) es más tendente a hablar más de la cuenta cuando deberían aprender, muchos hombres, a saber escuchar a las mujeres. Es totalmente falso y sólo producto de los prejuicios de los hombres, eso que se dice de que las mujeres sólo saben hablar. He conocido a muchas mujeres y a muchos hombres y doy fe de que las mujeres, en su mayoría, se dan más tiempo para saber escuchar que la mayoría de los hombres. Los estereotipos sociales han dado por cierto lo que es incierto. Las mujeres, por lo general, escuchan más y mejor que los hombres porque la mayoría de los hombres tienen el complejo machista de que es imposible aprender algo importante de las mujeres y, sin embargo (y lo he dicho en algunas otras ocasiones) aunque no niego que he aprendido mucho de algunos hombres puedo afirmar que he aprendido más y mejor escuchando a las mujeres que escuchando a los hombres.

No descalifico, en absoluto, a los hombres sabios (a los cuales he procurado siempre saber escuchar antes de hablar yo) pero existe una sabiduría especial en las mujeres que, a causa de lo problemático que ha sido el mundo de los hombres a través de la historia, muchos de estos hombres no saben detectar. Por eso, precisamente, se han venido abajo muchas comunicaciones interpersonales que pudieron acabar en éxito y terminaron en fracaso.

Saber hablar es determinante en una buena comunicación interpersonal y muchos hombres, como en realidad no saben hablar bien, tienen que recurrir al lenguaje obsceno o vulgar y al uso continuo y continuado de malas palabras (las llamadas en el lenguaje popular palabrotas) que, aunque algunos crean lo contrario, decepcionan profundamente a muchas mujeres. Sería importante, para muchos hombres, intentar volver a reeducarse antes de entrar en relacionarse a través de la comunicación interpersonal con alguna mujer si es que dicha mujer es interesante. La verdad sea dicha es que las mujeres no es que hablen más que los hombres (yo opino que no es el género o sexo el que hace que un hombre o una mujer sea excesivamente hablador o habladora) sino que saben escuchar más que los hombres antes de empezar a hablar en una comunicación interpersonal.

Es cierto que al principio de una comunicación interpersonal con una mujer a ésta le gusta que inicie el diálogo el hombre (no es por cuestiones sociales ni históricas como algunos creen sino por cuestiones de naturaleza femenina) puesto que una mujer siempre espera a que el hombre que quiere comunicarse con ella inicie el diálogo y lleve, en cierto modo, el ritmo y la intensidad de dicho diálogo; sobre todo hasta que llega a conocerle bien. En esos momentos siempre son ellas las que aceptan o rechazan al hombre que está intentando alcanzar la empatía con ellas. Eso se llama tener inteligencia. La inteligencia es idéntica en las mujeres que en los hombres pero la forma de aplicarla es, en muchos casos, diferentes. Mientras la mujer escucha (y no quiero ahora entrar en algunos temas que vienen en próximos capítulos) al hombre que habla, está viendo cómo es la inteligencia de dicho hombre y su verdadera capacidad de comunicación interpersonal. No sé si descubro con esto algo nuevo para alguien pero es cierto o por lo menos es lo que yo he comprobado infinidad de veces.

A la mujer le gusta que sea el hombre quien dirija, en un principio y sólo en un principio, el diálogo en una comunicación interpersonal hasta que, ya aceptada esa relación con dicho hombre, ella se hace expansiva y dialoga ya en términos de igual a igual. A eso se llama saber hablar después de haber sabido escuchar.

Es en la “corta distancia”, cuando el hombre se ha quedado a solas con la mujer que le gusta, cuando se lo juega “a todo o nada”; y, en esos momentos, si ha sido capaz de haber tenido tiempo y mucha paciencia para haber sabido escuchar, cuando el éxito es casi seguro o, en caso contrario, cuando no ha tenido tiempo ni paciencia para haber sabido escuchar, cuando el fracaso es también casi seguro. Pero de este tema ya hablaré más ampliamente cuando llegue el momento oportuno en el presente ensayo.

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