¿Por qué corremos tanto cuando nos dirigimos al metro?¿Por qué recorremos kilómetros de pasillos y escalamos montañas de escaleras para acceder con velocidad a esa enorme serpiente de acero que antes de cerrar sus fauces se toma la consideración de avisar con un horrible pitido?
Una vez dentro comienzan nuevas trabajos que como Hércules debemos superar diariamente,primero encontrar sitio algo casi imposible,una vez nos damos cuenta que la batalla por esa incómoda silla de plástico está perdida nos dedicamos a buscar con la mirada algún asidero para impedir que nuestros dormidos cuerpos caigan sobre el compañero de lucha que respira a 2 cm de tu cara,cuando tampoco gozamos de este salvavidas sólo queda abrir un poco las piernas y mirar a un punto fijo mientras intentas como un esquiador de élite vencer los condenados movimientos de digestión de la bestia.
Durante el trayecto cada uno se entretiene como puede.Está el estudiante que aprobecha para un último repaso ,los lectores de libros prohibidos que camuflan las portadas de éstos con hojas de periódicos quedándote con la incógnita de cual será el ejemplar que tiene en sus manos y que bebe con tanto ahínco,están las señoras que intentan,eshibiendo una pericia de acróbata darse el rimel y perfirarse los labios sin salir del terreno facial,están los músicos esos fantásticos músicos que te alegran el rato por unos cuantos céntimos en el mejor de los casos,los jóvenes con el mp3,los señores con su periódico, los adictos al sudoku y demás pasatiempos,los que se duermen pero como si gozaran de un despertador interno se despiertan justo cuando esa voz en of te avisa de la proxima estación que casualmente es la suya,bueno y los que se quedan dormidos profundamente y se despiertan de un sobresalto maldiciendo la siestita porque se han pasado de parada,los que hablan,los que callan,los que te miran,los que tienen la mirada perdida,…
Todos sobrellevamos esta condena como podemos,cuando salimos del vagón y escalamos nuevamente una enorme montaña de escaleras(porque las mecánicas para mí que no las encienden o las estropean aposta) nos ciega unos ávidos rayos de sol que han conseguido milagrosamente filtrarse a través de ese techo de nubes y gases y esos enormes pilares acristalados.Tras esto,y ya agotados,llegamos a nuestro destino como unos auténticos héroes a empezar una nueva batalla ahora,y ya por fín, en la superficie.