De cada diez personajes que aparecen en la televisión, cinco me parecen lamentables, cuatro simplemente horrorosos y el último de ellos se me queda en lo esperpéntico. De cada diez personajes que aparecen en la televisión no me queda más recuerdo que el aparato completamente apagado. Y entonces abro un libro y leo algo como “se querían, sufrían por la luz, labios azules en la madrugada, labios saliendo de la noche dura, labios partidos, sangre, ¿sangre de dónde?. Se querían en un lecho navío, mitad noche, mitad luz…” (primera estrofa del poema titulado “Se querían” del poeta Vicente Aleixandre). Y entonces, con la televisión completamente apagada y el libro completamente abierto, me doy perfecta cuenta de la gran diferencia que existe entre ser patéticamente “muy famoso” y ser sencillamente “muy inteligente”.
3 comentarios sobre “Con la televisión apagada y un libro abierto…”
Deja una respuesta
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.
Diesel, no toco la tele salvo para sacarle el polvo que se acumula encima de ella.
Me aburre , prefiero adentrarme en un libro o leer estos textos que veo aqui de tantos buenos escritores que conformaís la página de Vorem.
Un besote vorémico.
Muy bien. Odio a la gente que se pasa horas y horas frente la televisión. Yo prefiero tener un buen libro entre mis manos y ser un poco más culta que los que solo ven la caja tonta. ¡Incultos! JeJe. ¡Un abrazo!
No puedo renegar de la caja tonta, porque de vez en cuando la enciendo, pero sí, la opción más inteligente es apagarla.