Con nosotros mismos

Ciudad Siempre, 10 de junio de 2006.

La sonrisa nubla a la tristeza cuando hablamos de recuerdos. No importa tanto la edad ni el sexo, sino saber que nuestro rostro se hace expresivo e incapaz de disimulos cuando nos enfrentamos a escribir en nuestro diario con la nostalgia del día colgando latentemente en nuestras cotidianas historias. Hay siempre un prometedor mañana que llevamos dentro de este cuaderno que llamamos diario y que es siempre nuestro mejor libro de cabecera a la hora del anochecer, porque narra nuestros crecimientos y nuestros desmorones a la hora de transcribir a las palabras todos nuestros sentimientos mezclados. Hay mucha alegría y mucho dolor en un diario. Hay mucha ternura y mucha rabia en un diario. Hay mucha vida en un diario…

Adornado por los ¨olores¨ del día vivido bajo la atmósfera de lo personal, el diario escrito nos sirve para expresar la liberación de las imágenes que se han reciclado en nuestra memoria resistiendo la tentación de fuga para interpretar nuestra verdad profunda delante de los demás. Con él colaboramos para hacernos valientes y quienes tenemos costumbres de llevar un diario extendemos siempre las persians de la íntima alcoba para ver, a la luz de la bombilla, más profundidades que nuestro propio interés.

A veces se escriben pensamientos en forma de didascalizar lo sucedido y lo no ocurrido. Pero siempre el diario despierta nuestra conciencia y nos hace responsables directos de los hecho por nosotros mismos o lo dejado de hacer. Lo soñado y lo no soñado.

¨Puede que Dios exista o no exista, pero la única religión posible es la mirada de un hombre a otro¨. Lo expresó Denise Epstein, hija una víctima de Auschwitz (Iréne Nemirovsky). Es el humanismo impreso en un diario, la única religión que vale a la hora de escribirlo, porque nada puede ser de lo que no ha sido pero todo es posible en las oportunidades del momento de enfrentarnos con nosotros mismos.

Un comentario sobre “Con nosotros mismos”

  1. La oposición se crea desde la ilusión de estar separado del otro y desde el miedo. Estos dos estados de ser crean una espiral descendente, que se recicla a sí misma, hasta que se toca fondo. Entonces la persona se abre a la Presencia “Yo Soy” y permite que su luz brille, disolviendo toda oposición, con balance y amor. En tus textos hay mucha luz.
    Tal vez si yo hubiera escrito un diario como tú, seguramente estaria menos incomoda en la vida.

    “LAS ALMAS NUNCA SE ENCUENTRAN POR CASUALIDAD.”

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