… Crisis… (por Olavi Skola y José Orero).

OLAVI SKOLA:

Mi primera primavera como creyente fue una vivencia fuerte. Podía sentir todo con la inocencia de un n iño, percibir los cambios en la naturaleza que antes ni tan siquiera me daba cuenta. Durante años mis sentidos habían estado muertos por los efectos de la droga, pero ahora me podía identificar con el renacer de la naturalezaen una primavera finlandesa, donde, después de un largo invierno oscuro y frío en que la tierra está cubierta por el hielo y la nieve, los primeros rayos del sol primaveral ahuyentan la oscuridad, calientan la tierra haciendo desaparecer el hielo y brota todo lo que estaba debajo de él.

Durante la primavera y el verano estuve trabajajndo diligentemnte en todas las actividades de la Iglesia, testificando del cambio que había experimentado. Antes de convertirme la gente esvitaba estar conmigo. Ahora era el favorito, “el mimado de la Igelisa”. El cambio sucedido en mi vida impactaba a los jóvenes y pedían que yo orase por ellos. Pero yo no era consciente de que en mí había áreas y tendencias traicioneras que no conocía, y por lo tanto no sabía tener cuidado con ellas. Sin darme cuenta empecé a creer que era alguien mientras disfrutaba siendo el protagonista. Claro está que yo no veía en esto ningún peligro, porque en realidad, estaba hablando sinceramente del cambio que Jesús había hecho en mi vida. El problema radicaba en que el objetivo de mi testimonio ya no era glorificar a Dios sino que con la ayuda de Jesús realzar mi ego. Habñia caído en el peor de los pecados y en el más tracionero, el orgullo. Pero no se podía percibir porque staba oculto en mi interior. La Biblia, la gran experta o conocedora del alma de la persona dice: “el orgullo precede a la caída”. Comencé a sentirme inquieto, irritado y no tenía fuerzas para concentrarme. La lectura sde la Biblia era superficial; mis oraciones las hacía deprisa y corriendo y lo que me enseñaban en la Iglesia no me decía nada. De forma sutil me había deslizado a ese estado sin percibir las señales de alarma. Continué así algunas semanas y la tensión en mi interior iba en aumento. Un día sin pensarlo más, compré alcohhol y empecé a beber. Aunqeu me sentçia fatal bebí durante una hora y otra semana más. Pero el beber ya no era como antes porque había experimentado algo mucho mejor.

Una noche decidí llamar a un amigo de la Igleisa para que viniera a echarme un cable; comencé la lucha por volver. El orgullo me había hecho caer y la única forma de volver era humillarme. No me fue fácil pedir perdón por la vergüenza que había traído al nombre de Jesús delante de toda la Iglesia, pero al hacerlo sent´´i que era libre. Esta caída fue muy necesaria, la Biblia dice otra vez: “porque ninguna disciplina en el momento nos parece ser de provecho, pero a la larga da fruto de paz y justicia a aquellos que en ella han sido ejercitados”. Este desliz me enseñó a tener más cuidado conmigo mismo, y a captar las señales de alarma de mi vida interior.

Por supuesto que hubo problemas de toda índole como las relaciones con las demás personas, pero había aprendido a no buscaer consuelo en el mundo, pues existe otro camino mejor. La Biblia lo dice así: “para que encontréis la Gracia que os ayude en el momento necesario2. Tuve que aprender a reconciliarme con los demás, pedir perdón, confesar mis pecados antes de que el peso de los mismo me apartara de mi relación con dios y con los hermanos. También aprendí que cuando el estadoe spiritual del creyente enferma, comienza a sacarle fallos a sus hermanos de la Iglesia, esto me sucedió a mí y fue necesaria mi propia caída para ser sanado.

JOSÉ ORERO:

!Ültima y definitiva crisi!. El “canto de cisne” de mis enemigos. Mi riavl se dio cuenta de que ya era inevitable mi salida del laberinto. Entonces hizo todo lo imposible para que mi propia madre evitara mi liberación. Mi padre ya había muerto pero me había consefasdo antes de morir: “!Sigue adelante José!. Ya no nos vamos a ver más en esta Tierra. No te derrumbes, hazlo por ti y por mí1”. Y entonces comprendí definitivametne a mi padre y le dije: “Adiós, papá, sé que estás sólo dormido”. Años más tarde escribí “A un papá que está durmiendo” como recuerdo de aquel momento. Ahora sólo faltaba no hacer caso al enemigo que estaba usando a mi porpia madre para evitar que saliera defintivamente de aquel laberinto inferanl bancario. pero resulta que la llave de la salida la tenía mi Princesa (Lina de los Ángeles: la Ariadana que me había entregado el hilo conductior que, como Teseo, podía sacarme de la crisi final fácilmente y abandonar, definitivametne, el labverinto de la muerte).

La última crisis la pasé simplemente riendo y riéndome de las brujas. !No había adroado para nada al dios Dinero ni a la diosa Afrodita a pesar de que mi enemigo, mi riavl implacable, seguía poniéndome trampas.

Retrocedo unos pocos años antes para aclaar cierto asunto importante: mi madre quiso engañarme con estratagemas. Habñia preparado la trampa de la herencia de mi padre para sujertarme al lado de ella e impedirme ir a América a casarme con mi Princesa. Aquello era una maniobra de su hijo mayor quien había introducido a su propia esposa (Quina) en un Departamento anexo al Banco y usaba también a mis dos hermanos pequeños para investigar todas las cuentas corrientes que yo tenía con mi madre y las cuentas corrientes de mi hermana. Mi madre, por fin, despertó de aquella especie de hipnotismo y se dio cuenta. entonces se enfureció mucho junto con mi cuñado y estuvo a punto, pues el tema era ilegal, de que echaran de sus trabajos a mis dos hermanos pequeños (el mayor, como siempre, se ocultaba en la sombra sin importarle nada de lo que les pudiese pasar a mis dos hermanos pequeños). El caso es que sólo el amor que mi madre tenía a ambos evitó que se quedasen convertidos en vagabundos. La trampa de la herencia la pasé sin dudarl nada más que unas pocas noches en que no conciliaba el sueño. Pero lo superé una vez más y decidí no adora a la Ambición ni a la Avaricia. !Se podían quedar si querían con todo porque a mi sólo me importaba irme a las Américas!. Y componiendo en mi mente una canción que comienza por “¿por qué te tienes que marchar…?… !me fuí sin volver la vista atrás!.

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