Cuando levantamos torres sobre bases débiles, en infinidad de veces el amor se quiebra en el rebullir del acoso simplemente sexual solamente. Es cuando uno de los dos (o él o ella) utilizan las picardías, las mentiras y los planes artificiales para engañar mientras se comparte la vida con la otra parte de la pareja. Esa clase de amor sólo se encauza hacia un túnel de naturaleza oscura; cuando el amor verdadero debe ser sencillo, con luz y con la verdad siempre por delante. Si tanto él como ella utiliza la mentira para iniciar el noviazgo estamos edificando una torre de base muy débil. Imperceptiblemente, al principio son sólo banalidades que, con el paso de los años, acumulan serias y graves situaciones. Es un amor basado solamente en apariencias llenas de diversión únicamente para un momento de placer nada más. El amor verdadero es otra cosa.
Esas iniciales banalidades, con el paso de los años, comienzan a erosionar el amor y van apareciendo circunstancias que son como grietas que comienzan a descomponer todo el edificio matrimonial. Poco a poco, el verdadero amor de la pareja entre el hombre y la mujer que lo han basado en superficialidades banales nada más, empieza a fragmentarse y comienzan a surgir los primeros brotes de odio y rechazo donde salen a la luz dichas falsas apariencias. Algo comienza a hundirse. La torre comienza a desequilibrarse y aparecen los primeros signos de angustia, jirones de desánimo y desengaño, eslabones que se van encadenando a través de la desaparación amorosa y la separación, cada vez más visible de los dos cónyuges. La vida comienza a ser como un río que empieza a convertirse en un desconcierto cada vez más histérico.
En primer lugar, tanto el uno como el otro comienzan a guardar silencios. Uno de los dos, casi siempre la mujer, se refugia en su silencio interno y la Violencia de Género empieza siempre ahí: en ese silencio que empieza a transformar a las dos partes de la pareja en dos desconocidos. Se desequilibra la relación y empiezan a aparecer brotes de Violencia de Género que sufre una de las dos partes. Ese es el silencio de la descomposición, de la incomunicación, que demuestra que algo no está funcionando bien. Y el primer paso para la culminación de la Violencia de Género se ha dado ya. Cuando uno de los dos (generalmente el hombre aunque hay algunos pocos casos en que es la mujer) comienza a querer imponerse sobre el otro componente del matrimonio (repito que en muchísimas ocasiones la víctima es la mujer por estos sistemas machistas que existen a nivel mundial) la parte victimaria se refugia en sí misma y guarda silencio. Impedir que la otra parte del matrimonio no se exprese libremente y sin coacción ni imposición alguna es otro de los signos de la Violencia de Género (producto del machismo o del feminismo radical). Ese guardar silencio le sirve, inicialmente, como falso refugio a la parte victimaria.
Yo he visto a muchas mujeres (y a algún que otro hombre) guardar silencio obligado y perder, poco a poco, su libertad de expresión. Cuando alguien no puede expresar libremente sus sentimientos es que está sufriendo una presión por parte de la otra persona y eso es, también, Violencia de Género. Es la experiencia que sufren muchas parejas hoy en día. Parejas basadas en el machismo o en el feminismo radical. Se debilitan las bases del matrimonio hombre/mujer (de las otras clases de matrimonios prefiero no hablar porque para mí no son matrimonios) y surge entonces lo que yo llamo “fascismo sentimental”.