Cuando se fueron las viejas nostalgias del ayer nuestros espíritus se rejuvenecieron en el diámetro exacto de tu corazón y el mío. Cuerpo a cuerpo, sin más distancia que la piel junto a la piel, tu costumbre de ser princesa se transformó en una metamorfosis de amapola que entró tan directa en mi corazón que llegué a arder en llamas. ¿Y qué tienen tus ojos que me hacen sentir y ser aquella edad de la playa… cuando tú seguías siendo chiquilla y yo el niño del puente esperando la llegada del anochecer?.
Sólo un segundo de tiempo duró la espera. Sólo un segundo de tiempo en el reloj de la eternidad submarina. No. No fue en el fondo del mar dónde nos encontramos para ser eternos. Fue en la arena de la playa cuando estábamos jugando a hacer castillos de barro… si… de barro con vida eterna.
Cuando se fueron las viejas nostalgias del ayer desaparecieron los fantasmas. Sólo eran eso. Puros fantasmas sin más valor que nuestro olvido. Y los olvidamos una vez más pero ahora para siempre. Y continuamos con nuestros castillos en que eras la Dama y yo sólo un Peón. Bueno. Lo suficiente para ganar la partida y convertirme definitivamente en tu Caballero 18. Sí. Sé que me sobran 8 pero los añado para acompañarte siempre en tu 16.
Logaritmos. Silogismos. Algoritmos. Números quebrados por la sinrazón para volver locos a los fantasmas. Juegos de malabaristas somos en este mundo donde ellos no pueden comprender qué es la Divina Transformación. !Y cómo van a comprenderlo si hemos nacido de nuevo y ellos ya están en las tapias de los cementerios esperando a que las sombras los cubran por completo!.
Está anocheciendo y yo sin embargo te sigo llevando en el corazón y fuera de todo misterio que no sea otro más que el de la chiquilla de la playa y el niño del puente. La luna empieza a sonreir…
Gracias compañera y, a pesar de eso, amiga… jejeje…
Que ssigan por siempre unidos esa chiquilla de l aplaya y el niño del puente.
Me ha encantado leerte.
Un abrazo