De pequeñito le contaron que la luna se movía persiguiéndole por la calle. Se lo creyó y siguió creyéndoselo toda su vida. Un día de primavera alguien le dijo que la luna no hacía tal cosa. Perdió su inocencia y comenzó por dormir en un banco de la calle. Un día de otoño alguien le dijo que tenía cara de luna y cerró los ojos para no verse en un espejo. La luna siguió en lo alto. Él sigue aún dormido. Colorín colorado este cuento no ha acabado.
Un comentario sobre “Cuento de un cuento.”
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Estimado colega del Vorem: Este personaje de tu corto pero excelente cuento me trae a la memoria escenas vívidas y cálidas sobre los seres humanos. Discurrimos entre inocencias perdidas porque las lunas no hacen otra cosa sino observarnos a través de los espejos de sus ojos… quizás porque hay algo en ellos que nos recuerda a las estaciones del año contadas en la misma calle. Un saludo cordial.