De cuando fuí judoca.

Año de 1969. Mi cuerpo ya ha sido formado de manera atlética gracias a la práctica de deportes, de manera muy especial el fútbol y el tenis. Solo me faltaba seguir practicando para seguir desarrollando lo que yo quería que formase parte de mi personalidad. El Atletismo, el Voleibol, el Ping-Pong, el Baloncesto… todavía podían esperar unos años más. Fue cuando me decidí, junto con Bonifacio, a formar parte del Gimnasio de Hermandades del Trabajo de Madrid. Y allí fue donde aprendí a marchas aceleradas el judo y otras técnicas de las artes marciales. Fue un tiempo de dura experiencia física… aprendiendo… aprendiendo hasta que asimilé todos los principios, los fundamentos y las técnicas a`propiadas para poner la inteligencia al servicio de la capacidad física y obtener el título de judoca en el primer examen en lugar de ser un hombre embrutecido. Bonifacio no sólo había perdido su combate contra mí (entre otros varios judocas más) sino que pasó la prueba gracias a que le pedí al maestro que le diese el título porque era mi hermano.

Entonces fue cuando me ingresaron en la Federación Española de Judo (Molpeceres es uno de los testigos presenciales) y cuando me advirtieron que no podría utilizar mis conocimientos para agredir a nadie salvo que fuese en defensa propia o por una causa de justicia justificada. Por eso más de uno se salvó de algún tortazo que nos les dí no por falta de ganas sino porque no merecía la pena perder el carnet de la Federación Española de Judo que aún conservo con mucho honor. Gracias a eso y a que Dios prohibe la violencia contra la violencia es por lo que se salvaron de milagro de no recibir algún que otro tortazo. Y es que, además, no ofende quien quiere sino quien puede y todos aquellos malandrines y chismorrosos del BHA sólo eran eso: gentes sin agallas suficientes para venir de cara.

Fue una buen etapa de mi vida. Mi cuerpo tomó consistencia y flexibilidad con el judo que no he olvidado jamás y que me sirvió para tener un rendimiento muy alto en las prácticas de los deportes. Sigo teniéndola. Sigo teniendo el amor de Ella y mis capacidades atléticas enteras. Creer o no creer no tiene importancia. Lo que tiene importancia es que es verdad.

En el Gimnasio aprendí cosas como el respeto a los rivales, aunque cayesen derrotados ante mi capacidad luchadora, y, sobre todo, aprendí una cosa elemental: que el paso del tiempo te hace mejorar tu personalidad cuando no haces caso de las palabras de los simples y los botarates. Cierto como la propia vida. Les aguanté más de la cuenta pero al final obtuve lo que más amaba. Pan, Amor y Fantasía; como decía la pelicula titulada de esa manera, dirigiddia por Luigi Comencini, y con el reparto estelar de Gina Lollobrigida, Vittorio De Sica, Roberto Risso, Marisa Merlini, Virgilio Riento, Maria Pia Casilio, Tina Pica, Memmo Carotenuto, Guglielmo Barnabo, Nino Vingelli, Vittoria Crispo, Gigi Reder, Mario Meniconi, Checco Rissone, Alfredo Rizzo, Violetta Gragnani, Giulio Battiferri, Attilio Torelli y Fausto Guerzoni. Constelación de estrellas para soñar desde que tenía yo solamente 4 años de edad. Y constelación de sueños para transportarme hacia el futuro sabiendo que nunca dejaría de ser el judoca que consiguió su título en el primer examen y sin tener que repetir ninguna kata…

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