Somos dignos cuando realmente lo somos; cuando hemos dejado atrás la falsa apariencia de la hipocresía. Como Jesús, yo os digo: “Dignidad es una palabra muy manejada pero poco comprendida, porque en la práctica sólo es digno quien, necesitado, encuentra refugio en su única y verdadera personalidad. No es digno quien hace a los demás indignos y sí es digno quien respeta la dignidad de los demás. Sólo se es digno cuando se practica la dignidad, no cuando se habla de ella”.