Decimos que nos enamoramos ciegamente y eso es un error. No hay ceguera en el amor verdadero si sabemos distinguir lo que es un falso espejismo. El espejo de nuestra conciencia es aquel claro cristal donde podemos vislumbrar las diferencias. Es en las esencias de todas las miradas donde podemos diferenciar lo que es un simple espejismo bajo el sol de lo que es una verídica confirmación bajo la luna; que por las noches se ve mejor en cuestiones amorosas… Ya lo dijo un pensador (“Cuando salgas a buscar… tu propia presencia te ha de enseñar…).
Y en esto si que no estamos de acuerdo con Aguirre. Mi amigo Gamarra (el de Guecho) vuelve a sonreír acompañado de las gaviotas. Los ficus están doblados, los bonsais guardan silencio y si la espada de un rival te viene a cortar en dos pedazos acuérdate de lo que te dije sobre la caña de bambú y el fresco junco. La caña, dura y seca, se resquebraja… y no hace falta decir más que el junco fresco y verde no se doblega, sino que se vuelve a levantar y se yergue aún más viviente…
(Para todas las “vanesitas” de la Voremia).