Del pino y del encinar, por ejemplo, poco podemos decir porque son muy conocidos por todos y por todas ya que son árboles mediterráneos (por ejemplo, los hay en la isla de Ibiza). Del pino sólo diremos que pertenece a las gimnospermas del género “pinus” y la familia pináceas y que son árboles monoicos con hojas aciculares (un conjunto de pinos es un pinar).
Del encinar sólo diremos que es un conjunto de encinas; sabiendo que la encina viene del latín vulgar “ilicina” y es un árbol perennifolio de la familia fagáceas (“quercus ilex”).
Y a todo esto añadamos, por ejemplo, que se dice machón (además de a un hombre necio y mal perdedor) a una pieza de madera del marco de Soria, que tiene 18 pies (de longitud estamos hablando), un pilar de fàbrica (en Arquitectura) y la parte más gruesa de un tronco de árbol de la cual se sacan las tablas (en Carpintería).
Y, por último, dícese culebras (en latín “colubras”) a unos animales de la familia de los ofidios (en griego, “ophdion”) que se enrollan como los churros calientes en los pinos y en las encinas para engendrar engendros panfletarios como lo de las hojas circulares de U.G.T.. Justo lo que yo decía en 1967.
Por cierto, todos los fernanditos no saben que hacer con sus claveles desde que las rosas no les hacen ni caso; para Marián… geles de baño por eso de los olores sudoríferos después de tantas caminatas (al despertar veremos un horizonte que ponga “libertá” ja, ja, ja).
Y para todos los citados, incluyendo palomos y toros viejos enamorados de las tunas, chobizcos (bizcochos bizcos) porque tienen menos luces que el garito de los viejos topos zapadores y ferroviarios con los que tropezamos en todos los cuatro vientos de nuestros cuatro caminos de los caminares diarios.
Como dice el refrán: “contra el ocultismo… !arriba el cultismo!”.
(Chao, chao, bambina y cada paloma a su palomar que los pichones están hambrientos).