Hoy me duele esa tristeza tuya, tan triste, tan tuya,
que yo y solamente yo, imprimí en vos.
Me siento como Judas, cinco minutos antes de ahorcarse.
Y el poema no me redime, y no me redime tampoco el perdón.
Del mal que te he causado, no quiero dar explicación.
Otros pensarán que es leve, se reirían de mi, y lo que es peor, de vos.
Olvídame niña, como los árboles olvidan el invierno,
y que retoñe en tu cara, otra vez, tu sonrisa como una flor.