Fumando la existencia
surgida en los vacíos,
bañándose en los sueños,
anclándose en los ríos…
parado el pensamiento
en las alas del tiempo
perdido entre la nada…
varado en la explanada
de las huellas de su mano…
descansa el ser humano
entre aromas de alborada.
Un amanecer distinto
tropieza en su mirada.
Descansa en la alameda
su alma de vereda
sutil y atormentada…
y surge en el espacio
levemente… despacio…
el vuelo de un reloj.
Se rompe la teoría
del valor de sus arrojos.
Se imponen los sonrojos
de una tarde azul.
Hay flautas de abedul
en vez de poesía
y suenan los violines
a modo de festines
en la tarde vacía.
Las huellas de su paso
se han hecho de infinito,
mas tiene sensación
de ser sólo un instinto
llamando a la razón.
Ha bebido en los cristales
de la dormida ansia
perdida en los rosales…
y el tren de las pasiones
desfila entre visiones
surgidas de su fe.
Tierna su frente fue..
tie3rna y, a veces, triunfante,
ubérrima y elegante,
mientras crecían las cepas.
Hoy miira las estepas
convertidas en amantes
y piensa en los distantes
ecos de la infancia.
Es un lenguaje de estancia
en un idioma extranjero
que se hizo viajero
caminando en la distancia.
Explora la contextura
de una alfombra de ternura
convertidad en pulsación…
y en su amada condición
¿dónde quedó la aventura
de su admirable pasión?.
En el momento sediento
enhebra la pregunta el viento
esperando solución
mientras descansa el humano
sosteniendo, en una mano,
el humo de su ilusión.