Quito, 6 de enero de 2005
Reyes Magos. He puesto los nuevos zapatos bajo la ventana para ver transformado mi sueño en una especie de drama de las contemplaciones. Es cierto. Los Reyes Magos existen y me han traído desde el lejano País de las Fantasías un diskette envuelto en el papel plástico de todas mis preguntas. La respuesta está aquí, en el final del recorrido de toda la Carreta con Laura entretejida de signos y palabras. Pero yo busco las lágrimas de Byron y no encuentro mas que una evocación de Astarté; así que, entrelazado en el aroma del consuetudinario café de las rebeliones, he surgido de la noche para hablar con el silencio. Desperté a las aves, en las ramas inmóviles dormidas, y solo quedabas tú, Greta, rompiendo tu silenciosa presencia para hablarme una vez más…
Esnobismo de universitarias circulando por los jardines. El tiempo ha tornado su lluvia en miradas descubiertas al trasluz de todos los paseos y hay quienes están todavía pensando si los Reyes Magos son capaces de traerles sus sonrisas… pero ellas circulan por los jardines prendadas y prendidas de sus propios sueños. Los Reyes Magos existen aunque las lágrimas de Byron hayan desaparecido de la Tierra. Y apuro mi café trasuntado de incógnitas propuestas para el atardecer. !Vuelvo a ti, Greta, para envolverme de nuevo en todos tus encantos!.
Noche cálida. Existís de verdad vosotros, los Reyes Magos que me habéis regalado horas de pasión en los jardines y lo confirmo ahora que os veo snítidos y deslumbrantes junto al brasero calentándoos mientras yo ceno en el c¡acompañamiento familiar.