Diez con doce de la noche. En la oficina se escucha el sonar de la copiadora. Ella está abstraída enntre sus hojas de papel y yo soñando con que soy una de ellas en blanco. Sueño que se fija en mí, que soy una más de las hojas en blanco de sus tareas… que se fija en mí y escribe un corazón rojo en el centro de mi alma blanca. Yo soy una hoja blanca nada más y mis dedos teclean las palabras de la computadora para ir dejando sueños prendidos en cada una de ellas. Yo sigo siendo sólo una hoja en blanco de las muchas que tiene ante sí. Y sueño que el corazón dibujado toma vida y se transforma en beso…
Diez con doce de la noche. La oficina se llena de paz, y de silencio roto por el teclear de mis dedos sobre las letras de la computadora. De cada una de ellas surge un sueño, una canción, un poema… cualquier cosa que me salve de esta laxitud de tiempo sin medida; excepto que son las diez con doce de la noche.
¿Qué pasó en el día de hoy que se transpuso la edad de mi tiempo y me convirtió solamente en una hoja de papel en blanco?. Me veo a mí mismo junto al bote de los lapiceros. Si supiera dibujar dibujaría un corazón rojo con el nombre de ella en su interior. Y le pondría un nombre ligero, suave, palpable como el viento… le pondría nuevamente el nombre de Lina de los Ángeles nada más.
Son las diez con doce de la noche y me veo convertido en hoja blanca, una hoja blanca más entre las muchas que tiene apiladas y en donde memoriza sus tareas. Yo, mientras tanto, observo el bote de los lapiceros y quisiera saber pintar para dibujar sus labios y darle el beso del día. Manaña… quizás mañana… todo sea realidad: yo convertido en ser humano con un corazón rojo pintado por ella en mi corazón y con unos labios rojos donde yo he pintado mi beso de esta nochje.
Son las diez con de la ncohe solamente. Quizás mañana el sol me de de nuevo la oportunidad de ver su rostro junto a mi y su mano me acaricie nuevamentte la cara mientras la sigo nombrando Lina de los Ángeles nada más…