A veces mi propio cuerpo me restringe. Mi alma existe a una velocidad que el mundo no logra alcanzar, y me atrapa; me limita el transcurso del tiempo en una carrera en la cual mi mente siempre resulta triunfante, aún a mi pesar. En los momentos silenciosos surgen pasiones inusitadas dentro del laberinto, para las cuales la razón es inexistente y la estancia efímera. Brotan del interior, se revuelven, se empalman, se mezclan, se fusionan. Colisionan entre sí cada vez que salen a flote y me transforman en aquella persona de ímpetu, de fuerza, de debilidad y de dudas. Se dividen mis entrañas en dos polos que no logro reconciliar, constantemente luchando la batalla invisible que solo yo percibo. Por la mañana soy hielo, por las tardes fuego. Los inviernos soy sombra y a veces soy luz. Añoro terminar con la distancia entre tus brazos y mi cuerpo, el tacto estremece mi voluntad. Mi espíritu vuela encadenado siempre al piso, el corazón late más rápido con dolor. Absorbo emociones ajenas y bebo sentimientos, saciando el apetito de vida que vibra escondido en lo recóndito de mí.
Un comentario sobre “Discrepancia del Yo”
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Dos especies de polos opuestos y atrayentes que tú has diseccionado, con pocas palabras pero muy exactas, en una profunda interpretación de tu persona. Me gustó. Caramba. Está muy bien expresado y da para pensar un alrgo tiempo porque contiene sustancias psicológicas muy elevadas.