La lluvia crea una nebulosa en el tiempo…ya sale el tranvía y los hombres corren liándose con los paraguas, la chica descalza con la maleta de cartón llegará tarde, pero le da igual, ella disfruta del día salvaje, espíritus libres afloran en su camino, sombrero de paja con flores mojadas en el pelo, y un corto y ligero vestido de Mary Quant. Visitará la pequeña ciudad, verá la estatua violenta sobre mármol, resquebrajada por la munición de un niño-soldado, alguien da vueltas en una vespa de la segunda guerra mundial, mientras el capo gordinflón charla con el clérigo, sentados ambos, en la terraza del hotel restaurante “piadosa camorra”, toman un helado resplandeciente, apuntándote, con el cañón de su revólver en la frente…
las calles las transitan chicos encapuchados y, un hombre con dos sombreros en la cabeza, saluda, a una anciana criolla, postrada en la silla de la opresión…al fondo, el gueto del barrio judío…corriente humana, razas, mestizaje, tribus urbanas, hálitos, uniformes, gorras, sonrisas y suspicacias…graffiti sangrante en los tabiques del pensamiento, jovencísimas mujeres “de la vida” deambulan por las aceras, los bancos no dan crédito y las postales ya no llegan a esta parte de la metrópoli…Estancos y tabernas, no busques librerías ni bibliotecas…aquí en la esquina encontrarás ganjah y coñac de caña, guarapo y otras hierbas. Han desembarcado los marines y arman bronca con los Hare Krishna, y los negros rastafaris, bailan sus danzas ancestrales de soca y calipso y los “cacerolas de acero” crean música con viejos barriles de petróleo. De una ventana de tronco colonial, acecha mister voodoo…Cuelgan carteles despellejados de Malcolm X y Martin Luther King y “Alístate, lucha por tu país” y frases insurrectas del Black power…la existencia fluye casi siempre con gentes atribuladas, sin prisas, descoloridas y naufragadas, presenciando un partido de futbol en un pequeño televisor sin voz, sin color, agitados los matices del arrebato…un reverendo grita: “Jesús vive entre nosotros” y un visionario despotrica contra la multitud, dice algo sobre la torre de babel y el fenecimiento del mundo por las plagas del Apocalipsis. La policía carga contra los panteras negras, que defienden a los hermanos de la parroquia…esto es un collage viviente, y así, en cada jornada, hierve el puchero en el infierno de tantos suburbios, en esta tierra socialmente enfermiza…y nada puedes hacer, salvo, esperar tu ración de garbanzos…
01-abril -2013
Un comentario sobre “divaguemos ligeros, que nos lleve el viento”
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Muy bueno, Kim. Se nota que estás perfilando cada vez más tu arte narrativo y las escenas las has pulido hasta darlas tonos verdaderamente interesantes. Esta manera de describir una sociedad (entre caduca y enfermiza) es lo que yo llamo “denuncia literaria”. La he aplicado algunas veces en algunos de mis textos y tú has elaborado uno de verdadera enjundia. Vamos. Adelante. Comienzas por la lluvia y es que la lluvia sirve muy bien para decorar el inicio de una partitura social. Trazas unas secuencias bajo la lluvia y me gusta lo de Mary Quant porque es un dato significativo que va más allá del tiempo. Después te introduces en la gran urbe de los personajes más característicos de la sociedad “tribal” y desgranas todo un repertorio que va desde las esquinas hasta la espera social y enfermiza por ver si cambia la danza. De momento sólo puedo asegurarte que los graffitis ya no impresionan, que los barriles de petróleo ya no subyugan, que Malcolm X y Martin Luther King han pasado de moda porque hace ya décadas que tuvieron su “oportunidad”. Estoy seguro de que la oportunidad es ahora para nosotros: los escritores y las escritoras que hemos aprendido mucho de las danzas de “tribus” urbanas ajenas a nosotros mismos y a nosotras mismas pero que estamos describiendo a golpes de corazón. Muy bueno, Kim. Yo ahora voy a ver si me comento algo sobre “Vecinos” por ver si algún vecino me entiende. Un saludo cordial y amistoso.