Cómo aprendí leyendo un texto de Agirregabiria aquí en Vorem: Para Eva el Paraíso era donde estaba Adán… y yo añadiría, a la vez, que para Adán el Paraíso era donde estaba Eva. Porque hemos nacido para entendernos y caminar los unos junto a las otras y las otras junto a los unos. Pero no nos referimos, nunca, las mujeres a los hunos de Atila sino a los unos simplemente (los unos sin hache de hachazo) esos hombres que jamás maltratan, ofenden gravemente, violan sin compasión o matan a sus parejas por un quítame allá esa bronca.
Y es que donde no se maltratan los unos a las otras ni las otras a los unos es donde están los verdaderos Paraísos de la Tierra. No hay que buscar en los confines del globo ni en las tierras míticas de los antepasados (hebreos, africanos, europeos, chinos o americanos). Los verdaderos Paraísos de la Tierra son tan múltiples y variados como variadas son las parejas (hombre-hembra) que se abrazan, se acarician, se consuelan, se besan y se hacen el amor mutuamente solo porque hemos nacido para ser, sobre todo, compañeros, amigos y amantes en la triple y completa dimensión. Ojalá con unas buenas enseñanzas basadas en el cariño intergenérico (que aprendamos todos los hombres y mujeres del planeta) ya se finalicen por fin las agresiones…
Posiblemente existen muchos Paraisos de la Tierra. Pero demasiado pocos como debiera. Y el problema de la humanidad, es que no ve más allá de sus propios dominios, su propio ser. No ven más allá de sí mismos, y eso vuelve los Paraísos en Infiernos…
Cierto, todo muy cierto…
Qué interesante reflexión sobre los Paraísos, los de la tierra y los de uno mismo, sólo y con los otros. Muy bueno Carolina, un abrazo