Tratado infinidad de veces en la literatura universal de todos los tiempos, sobre todo a partir del Renacimiento y la Edad Moderna, el donjuan es un tipo de hombre que dista mucho de ser varón. El donjuan es, en primer lugar, un tipo acomplejado; carente de valentía para conocer verdaderamente a una mujer, se refugia cobardemente en su aspecto físico (no tan atractivo como él mismo se cree…
si se mirase detenidamente ante los espejos de la vida) para conquistar mujeres ingenuas y enfermizas, puesto que enfermedad es, en ciertos elementos femeninos, dejarse ser víctimas propiciatorias de donjuanes de tan poco pelaje. El donjuan, aprovechando la enorme ignorancia de tales mujeres, conquista a éstas por ser ellas débiles de carácter, incapaces e inseguras de sentirse verdaderas mujeres y siempre sujetas al dominio del macho más amputador de sus personalidades.
El donjuan no sabe amar. Conquista, pero no tiene ni siquiera el más mínimo conocimiento del arte amatorio. El donjuan, además de machista, es un impotente sexual que, ante el temor que le ocasiona enfrentarse a la mujer verdadera, busca aparentar pòtencia varonil ante la crédula sociedad que le rodea sin darse cuenta de que es simple falsa apariencia. Si se le observa un poco, ligeramente un poco, se ve que carece de cualquier capacidad para conocer lo que es una mujer.
Es, por otro lado, imposible conocer a una mujer por completo ni aún durante toda una vida. Y entonces surge la pregunta: ¿Cuántas mujeres puede conocer alguien que alardea de conocer a 6 o 7 por semana?. Imposible. No conoce a ninguna. Y así, el drama del donjuan se convierte en tragedia. A su temor hacia las mujeres, a su miedo a ser descubierto como verdadero impotente sexual, le suma la ignorancia de que él es un ignorante. Y se hace misógino.
El donjuan termina por encontrar, tarde o temprano, el amor de su vida. En algún momento descubre a la mujer verdadera de la que se enamora locamente… pero él es incapaz de poder conquistarla y entonces, en vez de aceptar su derrota, se dedica con mayor furia e irracionalidad a conquistar a las más débiles -ya entonces ni tan siquiera son las más atractivas- y se aumenta considerablemente el número de sus víctimas. Pero él, a medida que crecen sus fáciles y superfluas conquistas, se hace más despreciable al verse a sí mismo y menos varón se autoconsidera. Ya no son los demás quienes lo descubren. El mismo se descubre a sí mismo. Y termina degenerándose a través del alcohol (para olvidar su fracaso), a través de las drogas (para ocultar su fracaso) y a través de la homosexualidad (para compensar su fracaso).
Cuando entra en el círculo de la homosexualidad, el donjuan sufre una paradójica transformación ya que es él quien, en la relación hombre/hombre, pasa a ocupar el rol femenino puesto que nunca llegó a ser verdadero varón.
Esta es la tremenda tragedia final de los universales donjuanes que acaban, muchas veces, en el hospital psiquiátrico, víctimas de su suicidio o arrastrando una vejez horrible.