Cada día deberíamos “pasearnos” tranquilamente dos veces por lo menos por nuestros hechos para poder primero analizarlos y después hacernos comentarios a nosotros mismos sobre tales hechos. Una especie de autoanálisis o reflexión conclusiva propia que nos llevaría a inauditas respuestas. Si en vez de “pasearnos” dos veces por nuestro interior lo hacemos tres, cuatro o más, veremos que en cada uno de los ejercicios sacamos conclusiones nuevas y diferentes. Es un método interesante y atractivo si no lo tomamos en sentido obsesivo y sirve, sin embargo, para relajarnos. Porque da gusto repasar la jornada haciendo un balance de aciertos o fallos; relacionarnos con nosotros mismos para poder interpretarnos acertadamente a través de lo que hemos hecho y lo que hemos dejado de hacer cada día. Algo tan fácil y tan difícil como fácil o difícil nos cueste aceptar esos aciertos y esos errores. Serían unos análisis encuadrables dentro de la carpeta de la palabra “confidencial” y que quizás muchos de nosotros nos atreveríamos a transcribir a nuestros Diarios para luego escribir un libro. Al fin y al cabo la vida, pensemos dos veces en ella por lo menos o no pensemos para nada en ella, pesa lo suficiente como para hacernos meditar. Por lo menos por las noches ya que, como escribe Juan José Millás en El País, la vida y los libros pesan más a estas horas de la luna. En fin. Vamos a por ello. A “pasearnos” diariamente dos veces por lo menos por nuestro interior como si fuésemos agentes secretos de nuestros secretos propios. Quizás de esa manera sacaríamos emocionantes conclusiones que podrían ser válidas para cada mañana de nuestro acontecer cotidiano.
Un comentario sobre “Dos veces por lo menos”
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Me gusta mucho tu reflexión diesel. Mientras la leía me imaginaba a mi misma dando uno de eso paseos. Es como si mi autoanálisis llegase de forma simultanea. Una vez hice una especie de meditación que consistía en centrarme durante más de media hora unicamente en mi persona y me resultó bastante curioso la cantidad de percepciones internas que fuí recogiendo y a las que normalmente no hago caso. Quizás esto no me llevase a ninguna parte pero lo que si es cierto es que hacía ya tiempo que no dejaba de pensar en lo/s demás para pensar un rato en mí. Un beso.