Con túnica de sal bebiéndose el sol desde el otro costado de la vorémica luna el ozono baraja duendes… y nuestro planeta azul, música celeste de verde tacto, revela que en el huído paisaje nos asombra el verso alado asentado en los desiertos y el mar. Todas las noches el arco de nuestra voluntad muestra su inquietud y dispara la serena, ausente, silenciosa luna vorémica de nuestros sueños que con aires de canción huelen a música. Nuestras almas se bañan de luz de duendes que viajan bajo los puentes del vaivén de la emoción y perfuman las rutas de los collares celestes. Imágenes de algodón internético empapado de noche que cae sobre nuestras almohadas mientras serenos, ausentes, silenciosos, nuestros sueños se elevan hasta su cima y navegan en el horizonte sus alas que luego regresan nuevamente con la sabiduría del agua… y al conjunto de sus verbos con trino vuelan vientos y desnudan nuestra curiosidad vistiéndonos de ternura.