Caminaba casi sin notar la llovizna fría, que desde hacía un buen rato caía sobre la Ciudad. Lo hacía, con las manos hundidas en los bolsillos, apretando en una de ellas una caja de terciopelo rojo, que guardaba en su interior, un anillo.
Nunca creyó reunir las condiciones necesarias, para constituírse en una persona importante para alguna chica.
Por el contrario, siempre se sintió disminuído, por esa deficiencia física
con la que nació, la cual le impedía moverse normalmente, puesto que su pierna izquierda era más corta que la otra.
A Roberto, eso no lo privó de ser un estudiante avanzado en la carrera de ingeniería, y fue allí donde conoció a Laura. Eran compañeros en la misma clase, y fueron acercándose poco a poco al ser designados como un equipo de estudio,para preparar unos exámenes finales.
Pasaban largas horas en la casa de ella, después de clases,dando fin a los últimos detalles. Laura siempre se mostraba solícita con él, lo recibía con una sonrisa, y muchas veces cuando Roberto le explicaba algún problema matemático, ella posaba su brazo alrrededor de su cuello,manteniéndolo así por largo rato.
En esos días, nació en Roberto un sentimiento inesperado por Laura, su sonrisa,el claro de sus ojos,el mohín que algunas veces le hacía, lo habían cautivado. Y aunque era él, el que enseñaba de alguna manera a Laura a preparar sus exámenes, en un momento de descanso se lo dijo.
Que la amaba.
La respuesta de Laura no se hizo esperar.Acercándose despacio, lo besó, como nadie lo había hecho hasta ese momento, y abrazándolo fuerte, le susurró al oído:
“… yo también te quiero, pero hablemos después de haber pasado estas pruebas”
Las calificaciones obtenidas por ellos, habían sido excelentes. Con algún dinero que ganó, por el trabajo de un proyecto en una empresa, Roberto decidió comprar ese anillo, y de sorpresa dárselo a Laura, pidiéndole que se comprometiera con él.
Nunca se había sentido tan felíz de amar a alguien, y que ese alguien lo amara también.
Salió de su casa, sintiendo las primeras gotas frías en su cara,la cual no sería impedimento para hacerle la propuesta a su amor.
El torrente de agua corría vertiginoso por las piedras que bordeaban la calzada,producto de la lluvia espesa que caía a plomo. Y en él, como un barco sin timón, con las velas desgarradas, daba tumbos una caja de terciopelo rojo, que guardaba en su interior un anillo, empujada junto con el agua, a lo oscuro del fondo de una alcantarilla.
Ella había dicho que no.-
No todas las chicas son tan egoístas e hipócritas, ni mucho menos las Lauras.
Roberto no debería tener complejo alguno, tuve un familiar con exactamente el mismo defecto físico y se lo rifaban. Pero a pesar de todo él siempre tuvo complejos.
Me ha gustado tu texto. Un saludo.
Buen texto JOB. Buena la narración en su forma y la manera de llevar el ritmo hasta el desenlace final. El egoismo de ella queda reflejado en el argumento y la inocencia de él queda reflejada en la caja de terciopelo. Me ha gustado bastante la manera de expresar el mensaje.