El chico del piso de arriba

Me lo encontré por la mañana en el rellano de la escalera de casa,
Oí sus pasos mientras cerraba la puerta con llave. Alguien, a mi
Espalda, me saludó. Yo, como señal de cortesía, le devolví el
“buenos días” sin prestar demasiada atención, hasta que me giré y
Lo vi, miré aquello y me impresionó. Sin embargo, pude disimular
Mi repugnancia: su cuerpo no medía más de medio metro, me recordó
A los seres diminutos y monstruosos de las películas de terror.
Su cara estaba completamente desfigurada, no sabría decir si lo tenía
Todo en su sitio o si le faltaba algo. Tenía la cabeza rapada por partes,
Como si se arrancara el pelo a mechones. Por suerte tuve fuerzas para
Contener el asco que me dio, pero estoy seguro de que él se enteró de
Todo lo que en esos momentos me pasaba por la mente y por el estomago.


-Hola, vives aquí, ¿no? Yo estoy con mi Madre en el piso de arriba, justo
Encima del tuyo.
Me sonrió y me pareció extraño que un ser así pudiera tener todavía sentido
Del humor. Moví los labios avergonzado:
-¿tú eres el nuevo…? Bueno, ya nos veremos, es que voy a llegar tarde al
Colegio, de hecho ya no llego a tiempo.
Hice un gesto de encogimiento de hombros.
-Tendré que correr…
-De acuerdo, como prefieras, supongo que querrás ir solo, es que ¿sabes?
Llevo aquí un rato esperándote, yo también voy a tu instituto y pensé…
Si no te importa, claro, que podíamos ir juntos, a no ser que te moleste
Mi compañía o que te vean conmigo.
Se miró su corta figura. Poco podía ver, pensé.
-No, no, qué tontería…vamos, pero démonos prisa.
Mentí, ¿y qué otra cosa podía hacer?
-Gracias Jorge…es así como te llamas, ¿Verdad?
-Sí, Jorge Santos ¿Y tú?
-Yo…eeehh, mira ya está aquí el ascensor.
Bajamos sin hablar, un poco incómodos (al menos yo).
Anduvimos por las calles de Barcelona. Mi vecino me contó historias
Muy interesantes y me hizo reír con sus ideas que fluían inteligentemente
Con rapidez y gracia. Sus ocurrencias casi me hicieron olvidar el apuro
Que daba ir a su lado, pensaba acalorado qué dirían mis compañeros, cuando
Me vieran con un tullido enano lleno de muñones. Llegamos y nos despedimos,
Dijo que iba a otra clase. Me alegré. Luego volvió todo a la normalidad, igual
Que todas las mañanas.
Nadie me comentó nada, supongo que no me vieron, mejor. Todo siguió con
El mismo monótono aburrimiento cotidiano, salvo que mi mente no estuvo
Allí en todo el día. Abstraído, pensaba en el nuevo muchacho, qué rara
Sensación, me causaba malestar, pero por otro lado sentía una necesidad de verle
Que aumentaba a cada minuto que pasaba. Me preguntaba cómo podía vivir con
Tanta energía un engendro tan horroroso. En un descanso intenté indagar sobre
El chico nuevo. Nadie supo decirme, ni siquiera estaban enterados de que hubiera
Llegado. Esto me confundió más, pues a esas horas tendría que estar hablando
De él, todo el instituto.
Esa noche soñé con mi vecino de arriba. Su madre era como él, como un duende
Tras una dura guerra perdida. Me invitaron a comer, y a medida que hablábamos,
Me daba cuenta de que la batalla la habían ganado, pues si no fuera por el físico,
Eran personajes maravillosos convirtiéndose en hermosas hadas, espíritus de los
Genios de la tierra.
La mujer trajo y puso sobre la mesa un plato lleno de cucarachas y otros asquerosos
Bichos, él los comía mientras reía a carcajadas. La madre también reía a gusto.
Después, trajo otro plato cubierto y al destaparlo se pudo ver el contenido:
Mi cabeza asomaba humeante, adornada con perejil y rellena de sensaciones de
Ridículo y burla, todo se podía ver claramente, igual que en las bolas mágicas de las
Gitanas. La cabeza miraba suplicante y las cucarachas entraban por la boca y los
Oídos, devoraban la carne. Ellos dos me miraban y decían:
-¿Cómo te sientes ahora?, ya sabes, ya conoces lo que es la desgracia, el sentirse
Comido. Ahora aprende a resignarte. Yo lloraba y rogaba que me sacaran de allí
Y entonces el chico se acercó y me hizo volver a la realidad, mientras una lágrima
Recorría su supuesta mejilla.
Desperté empapado en sudor, temblando de frío. Era temprano, me levanté y dejé
Caer una ducha con el agua congelada sobre mi castigado cuerpo (¿por qué habré
Dicho lo de castigado?). El solo pensamiento del chico del piso de arriba me
Perturbaba, me aturdía y a la vez me tenía perdidamente obsesionado, como
Poseído, me mortificaba. No sabía qué me ocurría y ese estado me inquietaba.
Con estos pensamientos ni siquiera me había dado cuenta del tiempo que llevaba
Bajo el chorro de agua. De pronto desperté y pegué un salto hacia la toalla.
Había agarrado mucho frío y tiritaba, me froté con la toalla y me vestí a toda prisa.
Seguía siendo muy temprano, pero temía que él no me esperara y necesitaba verle.
Madre me preparaba el desayuno. De la manera en que me miró, seguro que dedujo
Algo de lo que me estaba ocurriendo. Cuando preguntó me apresuré a negar con
La cabeza.
-No pasa nada, Mamá, no te preocupes.
Ya sé que no se lo creyó, pero tampoco podía contárselo. Aunque hubiera querido,
¿Qué le iba a contar? Le di un beso agradeciendo que no me hiciera preguntas.
-Adiós mamá, hoy llegaré pronto…te lo prometo.
La pobre mujer vino detrás de mí, trayendo los libros y el bocadillo. De nuevo
Gracias, adiós, ¿Qué te pasa?; nada, nada, adiós, cuídate hijo tienes mala cara.
-Sí, mamá, adiós.
Cerré la puerta de un golpe, me había empezado a agobiar con tanta ceremonia.
Bajé por las escaleras y allí en el portal me senté a esperar. Soplaba el viento,
Me subí el cuello de la cazadora, podía estar diez minutos más aguantando
Las inclemencias del tiempo. Cuando ya me iba, se abrió la puerta
-Hola Jorge, perdona que me haya retrasado. Mi madre no se encontraba
Muy bien.
Me contagiaba su alegría enigmática. Su mirada era triste, amarga, pero llena
De comprensión. Estando a su lado, el jorobado de Notre-Dame parecía yo,
Me sentía bien, orgulloso de ser su amigo. ¿Me estaba volviendo loco? Creí
Por un momento que todo, incluso mi vida, dependía de él.
-Vamos, llegaremos tarde…
-Si, si, claro, vamos.
Desplegó el paraguas y yo lo aguanté mientras anduvimos por la misma calle.
Llegamos ante el edificio negro de posguerra, subimos las escaleras y, ya
Resguardados me dijo que se iba. Le pregunté a dónde y por qué, y no quiso
O no supo decirmelo.
-Ya no hace falta, ahora nos hemos conocido.
De pronto, toda la lluvia me cayó encima. ¿Qué habría querido decir?
Se lo preguntaría después.
Como el anterior, pasé el día en otro mundo, ensimismado, pensando en el
Chico cuyo nombre ni siquiera sabía. Pensé de qué manera me había cautivado
Su simple presencia. Pocas palabras y creía conocerlo bastante bien, solo una
Incógnita me preocupaba. Di un pretexto al profesor para poder salir antes, tenía la esperanza de encontrarle, pero no fue así, por lo que me fui solo a casa.
Dormí otro extraño sueño. El y yo corríamos contentos por el campo, el Sol
Siempre se apoyaba en la sombra de uno, así que cuando uno brillaba, el otro
Se apagaba, éramos hermanos, la luz y la oscuridad nos delataron. Yo era un
Enano y un gigante y Madre nos llamaba, y era la voz de Madre.
No pude llegar al final, desperté sobresaltado, salté como un resorte de la cama
Con la última duda abrochándome los cordones de los zapatos.
Subí los pocos escalones que separaban los dos pisos. Allí estaba, frente a la
Puerta, sin importarme el ruido llamé al timbre con insistencia, hasta que oí
Unos pasos que se acercaban y una voz que preguntaba. Le dije que era el
Vecino de abajo. La puerta se abrió y un abuelo de pelo canoso asomó la cabeza.
-¿Qué te pasa chico?
-¿Dónde está él, el chico pequeño…? No sé su nombre.
-¿Te refieres al tullido?
-Sí, ése, llámele.
-Mira chaval, si me estás tomando el pelo se lo diré a tu madre. ¡Llamar a estas
Horas para esto!
-Necesito hablarle, llámele por favor. Llámele…
-Te estás poniendo pesado. El enano vive abajo, justo debajo de mi piso.
-¿Qué dice?, si ahí vivo yo, no puede ser.
El viejo me cerró la puerta en las narices, quizá tenía razón.
Me quedé allí un buen rato, como un idiota. Caí como por un golpe.
Qué ciego había estado todo el tiempo, bajé corriendo y antes de entrar
Me detuve, sonreí y miré mi cuerpo pequeño, por primera vez respeté
Ese físico de ciencia-ficción. Me sentí orgulloso de mi lucha para que todos
Compartieran mi visión y no compadecieran la magia de los gnomos, genios
De la tierra habitada por los difíciles humanos.

– Otoño de 1989-

3 comentarios sobre “El chico del piso de arriba”

  1. Escribir y desarrollar un texto como el tuyo supone un “gran acto creativo”. Llegas a creer que existen personas así, porque en realidad existen. Lo hermoso de tu medida del tiempo en el relato dan calidd y animan a saber cómo acaba este vigoroso retrato de una realidad en paralelo. Saludos y felicidades.

  2. Un buen ejercicio de autoanálisis y introspección. No puedo evitar pensar en el claro reflejo que es mirarse en el sueño y aceptar al tipo que uno ve día a día en el espejo.

    Viendo la fecha en la que lo escribiste, intuyo los pasos que te llevaron al estilo onírico que te caracteriza.

    ¿Seguimos al conejo al otro lado del espejo? 😉

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