Invierno del 70. Me he curtido ya en miles de batallas y he salido indemne. Sano por dentro. Sano por fuera. Llamamiento a filas. La revisión médica la he pasado sin problema alguno. Así que me levanto (una vez ya salvado por la campana) y subo al Metro hasta mi destino. Estoy ya en el Paseo de María Cristina de Madrid. Todo por la Patria. O se es o no se es un verdadero español. Yo lo soy. Por eso estoy escuchando las arengas de los oficiales. La mañana discurre. Todos estamos en el patio de concentración. Algunos ríen. Algunos lloran. Yo sólo estoy pensativo. Ante la llamada de petición para escribientes me apunto. Esto será decisivo para mi futuro militar. Así que, tras la ingesta del bocata, nos toca marchar a la estación donde nos espera el tren. Canto mientras llegamos a los andenes de Atocha.
Si me equivocara otra vez , si me enamorara de ti otra vez, la alegría en este día cuando pose tu alma mía la última piedra sobre mi corazón. Si me equivocara otra vez, si me olvidara de cuánto te amé, no te olvides vida mía de posar con alegría la última piedra sobre mi corazón. Si Adelita se fuera con otro la seguiría por tierra y por mar si es por mar en un buque de guerra si es por tierra en un tren militar. Si Adelita quisiera ser mi esposa si Adelita ya fuera mi mujer le compraría un vestido de seda la llevaría en un jeep al cuartel. Si me equivocara otra vez, si me enamorara de ti otra vez, la alegría en este día cuando pose tu alma mía la última piedra sobre mi corazón. Si me equivocara otra vez, si me enamorara de ti otra vez, no te olvides vida mía de posar con alegría la última piedra sobre mi corazón. Si me equivocara otra vez, si me enamorara de ti otra vez, la alegría en este día cuando pose tu alma mía la ultima piedra sobre micorazón. Si Adelita se fuera con otro la seguiría por tierra y por mar si es por mar en un buque de guerra si es por tierra en un tren militar. Si Adelita quisiera ser mi esposa si Adelita ya fuera mi mujer le compraría un vestido de seda la llevaría en un jeep al cuartel.
Solamente pasa algo muy interesante. Que Ella no se llama Adelita sino Lina. Una Lina que juega al tenis en las canchas del Nuevo Mundo mientras yo subo al tren que nos conduce a todos hacia nuestro destino militar. Una ancianita, preocupada, no ha visto desfilar alineados por el Paseo de María Cristina de Madrid y ha exclamado; “¡Pobrecitos, con lo jóvenes y guapos que son!” (quizás creyendo que nos mandan a combatir al Congo Belga). Y pensando en Lina, la que está dentro de mi corazón mientras juega al tenis por las canchas del Nuevo Mundo, cumplo con mi enganche a la vida castrense. Todo por la Patria menos echarse para atrás como hacen los objetores de conciencia con quienes ni comulgo ni comparto ninguna de sus ideologías. Lo mío sólo son ideas y mis ideas son las que me liberan de la renuncia a cumplir con mis obligaciones militares. Y no renuncio. Y cumplo con mis obligaciones militares en esta mañana en que me he presentado a filas y me he enganchado al tren de mis destino.
Menos mal que no me tocó Alhucemas.
Los cobardes mueren muchas veces antes de su verdadera muerte; los valientes prueban la muerte sólo una vez (de
William Shakespeare).