El error se agita…

“El error se agita, la verdad descansa”. Lo dijo el pensador y ensayista francés, del siglo XIX, Joseph Joubert. Nadie está exento de cometer errores en la vida cuando ésta se nos agita violentamente y no nos deja razonar con serenidad. Todos cometemos esta clase de errores en algunos momentos de nuestras vidas en que estamos espiritualmente agitados.

Lo de los errores es, por otro lado, un tema dialéctico de carácter unipersonal y subjetivo… pero a veces son errores muy graves. ¿Qué hacer entonces?. Buscar de nuevo la serenidad, sabiendo que la verdad siempre descansa, y hacer una leve pausa en el caminar.

La verdad, como dijo Joubert, descansa, pero ¿dónde?, ¿en qué lugar de nuestro pensamiento?, ¿cómo encontrarla?. Aquí entramos en el juego de las causas y las consecuencias. Ante algunos sucesos, hechos, acciones, comportamientos… buscamos razonadamente las causas y, poco a poco, pausadamente, sin agitarnos en los errores, hallamos al fin la verdad descansando en el silencio de las causas. Esas causas que analizamos serenamente.

Nadie puede señalarnos cuándo y dónde encontramos la verdad ante causas que nos producen intensidad y deseos deconocer. !Y ahí aparece la verdad muchas veces tan sorpresiva que nos hace estremecer de lo insólita que es!. Porque esas verdades que descansan mientras los errores se agitan son unas verdades especiales y, por ello, sorprendentemente sorpresivas.

Y nos llevamos el sobresalto y la convicción de que cada vez que vamos viviendo etapas de nuetras vidas vamos encontrandos sorpresas, a veces agradables y muy agradables, y a veces desagradables o muy desagradables.

Tanto en un caso como en otro lo mejor es unirnos esa verdad y descansar para que nuestro corazón no se agite a la hora de enjuiciar los errores al analizar los hechos y los comportamientos humanos.

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