Le llegó el balón a los pies. Lo paró. Lo dejó “muerto” sobre la hierba. Se quedó por un segundo totalmente quieto y con la mente “en blanco”. Mirando el infinito. El público, en silencio, estaba expectante. Los fotógrafos dispararon infinidad de instantáneas fotográficas. La tele se detuvo obsesivamente en su figura. Los periodistas radiofónicos quedaron mudos. La portería rival estaba totalmente desguarnecida. Tardó una eternidad. Tanta eternidad que vino el portero y le arrebató el balón de los pies. Fue sustituído inmediatamente por el entrenador. Pero al día siguiente, lunes, apareció su fotografía en la portada de todos los periódicos deportivos de la nación, fue el comentario general de todas las emisoras radiofónicas deportivas y su imagen, la eterna imagen de su indecisión, fue repetida una y mil veces por todos los canales televisivos. Fue conocido como El Héroe sin Destino.
Un comentario sobre “El Héroe sin Destino”
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Parece el fotograma de una película …me ha gustado mucho… Bien¡¡¡¡