El Juicio de José (Teatro).

Mesa preparada para desayuno. Vajilla y cubertería con cierto lujo característico de la clase media-alta. Reloj de pared. Buena luz. 5 sillas alrededor de la mesa. 4 personas sentadas. Están desayunando. Son Anita, Tania, Jaimito y Leandrita. El que falta es José.

Anita.- Apúrense niños. Dénse prisa o llegarán tarde al colegio. ¡¡José!! ¡¡José!! ¡¡Que se te pasa la hora!!

Voz de José.- ¡¡Ya bajo Anita!! ¡¡Es esta dichosa corbata que me regaló tu mamá!!

Anita.- ¡¡No eches la culpa a mi mamá y baja rápido que se te enfría el café!!

Tania.- Este José siempre enredando las cosas…

Anita.- No lo sabes bien, Tania…

Tania.- ¿Es cierto que todos los hombres son iguales?

Anita.- Los casados, sí.

Jaimito.- (interrumpiendo la conversación de su madre y su tía).- ¿Está lavado mi uniforme de karate, mamá?

Anita.- lavado, limpio y en el carro, Jaimito.

Tania (Dirigiéndose a Jaimito).- ¿Es cierto que te han seleccionado para el mundial infantil?

Jaimito.- ¡Por supuesto que sí!

Leandrita (con sorna).- ¡Ya sabía yo que tú eras muy infantil!

Jaimito (Burlón e imitando la voz de Leandrita).- ¡Ya sabía yo que tú eras muy infantil!

Jaimito (Con su voz natural).- ¡Habló la voz de la experiencia!

Leandrita (Siguiendo con la sorna).- Y cuando seas campeón… ¿me vas a comprar unos lindos patines?

Jaimito (Burlón).- Con cuchilla muy afilada… Leandrita… con cuchilla muy afilada…

Anita.- ¡Calma, niños, calma! Dejen de hablar tanto y terminen de desayunar.

(Suena el timbre de la puerta de la calle)

Anita.- ¡¡José!! ¡¡Abre la puerta, cariñito mío!!

Voz de José.- ¡¡Voy, mi amor, voy!!

Tania.- ¡Qué maridazo tienes, Anita!

Anita.- Pues como te iba diciendo… todos los casados son iguales…

Tania (Poniendo expresión de inocente).- ¿Y son todos malos o buenos?

Anita.- Según se mire, Tania, según se mire…

Leandrita.- Si son todos como Jaimito mejor me meto a monja…

Jaimito.- Pues si son todas como tú yo emigro a Alaska.

Anita.- ¿Otra vez discutiendo ustedes dos?

Tania.- Compréndeles, Anita. Son sólo niños…

Anita.- ¿Niños? Estos parecen un perro y una gata.

(Entra en esos momentos José muy agitado y con el maletín en la mano)

Anita.- ¿Qué pasó? ¿Por qué tardaste tanto?

(José se sienta desplomándose sobre la silla vacía, deja el maletín en el suelo y se dispone a comenzar su desayuno)

José.- ¡Me entretuvo un niño majadero de esos que piden caridad!

Tania.- ¡Pobrecito!

José.- ¿Qué es eso de pobrecito? ¡Son niños vagos, malcriados, pendencieros, escorias de la sociedad que sólo desean vivir a costa de los demás; a costa de quienes nos ganamos el sueldo con el sudor de la frente! ¡No les hables de trabajo porque no desean oír esa palabra ni en sueños!

Anita (Interviniendo en la conversación).- ¿Cuáles serán las creencias de esos niños? ¿Acaso sabemos nosotros algo de sus vidas para criticarlos con tanto desdén?

José.- Creencias… creencias… ¡déjate de creencias! ¡Elos sólo creen que el mundo tiene la obligación de mantenerlos! Pero… ¿trabajar?… ¡Nanay! ¡Que trabajemos los demás que para eso somos tontos!

Leandrita.- Es que nadie les orienta, papá…

José.- ¿Orientar a esos sinvergüenzas? No, hijita, no. No admiten consejos. ¡De ninguna manera! Los consejos son para ellos un insulto y prefieren ser libres como dicen; sin estudiar ni buscar trabajo. Prefieren vivir fuera de la ley y ser llamados inadaptados sociales. Eso sí que les entusiasma.

Anita.- ¡Qué lástima!

José.- ¿Lástima? Yo no les tengo lástima alguna. Si fuesen honrados se les podría ayudar, pero ellos prefieren engañar a las gentes de buen corazón. No tienen Dios. No respetan las leyes. No se sujetan a ninguna moral.

Tania.- ¡Es horrible verles vagabundear! Una llega a pensar… ¿dónde acabarán esos pobres niños?

José.- ¡Eso es muy fácil de saber! En las cárceles, en los arroyos de la vida, presos de las drogas y el alcohol, muertos en cualquier trifulca callejera o suicidándose en algún momento de sus existencias… si es que se puede llamar existencia a la clase de vida que llevan.`

Tania.- Pero… ¡algo hay que hacer para salvarles de tan cruel destino!

José.- ¿Hacer algo por ellos? ¡No seas ingenua, cuñadita! Nada se puede hacer porque ellos msimos son los únicos culpables de su situación. Rechazan toda clase de ayudas y si las reciben no las agradecen.

(Breve silencio)

José.- Como Dios nos enseña a ser caritativos sin preguntar si engañan o no engañan le he regalado cien sucres.

Anita.- ¿Cien sucres sólo?

José.- Si consigue una cantidad similar en cada hogar que visite… ¡figúrate lo que puede reunir! ¡Más de diez mil sucres en un sólo día! Yo no creo que esta sea la solución…

Anita.- ¿Y qué solución darías tú al problema?

José.- Yo ninguna. No es mi obligación solucionar la vida de nadie.

Tania.- Pero alguién será responsable… ¿o no?…

José.- La responsabildiad debe recaer, únicamente, en el Gobierno. Yo he preferido cumplir como buen cristiano… pero sigo pensando que es imposible construir una nación desarrollada mientras existan maleantes de esa calaña, porque son la gangrena de la sociedad.

Jaimito (Rompiendo otra vez la conversación).- ¡Terminé mamá! ¡Rápìdo! ¡Vámonos ya!

José (Mirando su elegante reloj de pulsera).- Cierto. ¡Vámonos o llegaremos tarde!

(José da un apresurado sorbo a la taza de café)

José.- ¿Que tal vas con el karate, Jaimito?

Jaimito.- ¡Superchévere! ¡He sido seleccionado para el mundial de España! ¡¡Seré campeón!!

(Jaimito se levanta y empìeza a hacer una demostración de karate)

Leandrita.- ¡No te lo creas tanto, tontin! ¡Yo si alcanzaré la fama! ¡Ya verán cuando llegue mi hora! ¡¡Ante ustedes Leandrita, la más grande patinadora que el mundo vio!!

(Leandrita se levanta y comienza a dar giros de patinadora mientras todos ríen con estrépìto)

Todos.- ¡¡¡Jajajajajaja!!! ¡¡¡Jajajajajaja!!! ¡¡¡Jajajajajaja!!!

Anita (Dejando, de repente, de reñir).- ¡Apuren! ¡Apuren o llegarán tarde!

José (Poniéndose en pie, tomando un último sorbo de café y mirando el reloj de la sala).- ¿Retrasados? ¡Sí, claro, estamos algo retrasados!

Jaimito (Con impaciencia).- ¡Vámonos, papá! ¡Aún estamos a tiempo de dejar de serlo!

(José recoge el maletín del suelo y Anita acompaña a los niños y a él hasta la puerta. Allí se dan susrespectivos besos. Primero a los niños y después a José quien, por último, manda un beso “volado” a Tania)

José.- ¡Nos vemos en el almuerzo! ¡Hoy tengo previsto llegar a casa a tiempo gracias a Dios!

Anita (Dándoles la bendición).- ¡Que Dios les bendiga a todos! ¡Hasta luego!

(Anita y se dirige hacia le mesa y se vuelve a sentar, cómodamente, frente a Tania)

Anita.- Dios mío… ¡qué vida más vértiga!

Tania.- ¡Vertiginosa, Anita, se dice vertiginosa!

Anita.- ¡Ah, si! Bueno… ¡tú ya me entiendes!…

Tania.- ¡Te entiendo, Anita, te entiendo! Pero… ¡no te quejes tanto mujer! Deberías estar contentísima con todo lo que te ha dado la vida.

Anita (Reflexionando).- Cierto. Que desagradecida soy con el Señor…

Tania.- José llegará a ser presidente de la Compañía. ¡Ya lo verás! Y después… ¡quién sabe hasta dónde podrá llegar!…

(Breve silencio entre las dos mujeres)

Tania.- ¡Menudo marido tienes! Inteligente, trabajador, gran profesional, sano, ordenado, limpio y… además… guapo… ¡Y cómo os quieres a ti y a los niños! ¡Un verdadero hombre, un verdadero padre y un verdadero cristiano! ¿De qué te puedes quejar? Yo aún permanezco soltera porque no encontre un varón como él.

Anita.- No… si yo no me quejo…

Tania.- Es que no tienes ninguna razón para quejarte. ¡Mira a tu alrededor!

(Tania hace un recorrido con los brazos abiertos desde su posición de sentada y se produce un breve silencio entre las dos mujeres)

Tania.- Sin embargo… ¡mira a la pobre Luisa! ¡Tanto sacrificarse y luchar por la vida y qué! ¡Todo por culpa de haberse casado con un mediocre como Pablo!

Anita.- Sí. Veo a Luisa muy triste últimamente.

Tania.- ¡Pero qué clase de felicidad puede tener con la clase de vida que lleva! Sin embargo tú…

(Breve silencio)

Tania.- Qué cosas más extrañas tiene la vida… ¡José y Pablo son hermanos gemelos, hijos del mismo padre y de la misma madre, nacidos el mismo día y a la misma hora y, sin embargo, qué diferentes son los dos! ¡Qué distintos el uno del otro!

(Nuevo silencio entre ambas mujeres)

Tania.- José todo un triunfador, un realista que vive bien porque siempre fue lo suficientemente inteligente como para entender la vida. Pablo, sin embargo, nunca hizo nada más que soñar con negocios imposibles; un idealista que no sabe distinguir la realidad de la utopía…

(Otro silencio corto)

Tania.- Pablo nunca triunfa en ningún proyecto porque es un moediocre para los asuntos prácticos. ¡Qué paradojas tiene la vida, Señor!

(De nuevo el silencio)

Tania.- Por cierto, Anita…. ¿es verdad que comprásteis ya el Mercedes?

Anita (Animándose).- ¡El Mercedes Benz, Anita, el Mercedes Benz último modelo!

Tania.- ¡Será una monada de carro!

Anita.- ¡Con mandos automáticos por todas partes, no sé cuántas marchas y hasta vídeo incorporado!

Tania.- ¡¡Fantástico!!

Anita.-¡Ardo en pascuas por estrenarlo!

Tania.- ¡Ascuas, Anita, se dice ascuas!

Antia (Echándose ufana hacia atrás).- Bueno… ¡tú ya me entiendes!…

Tania.- Te entiendo, Anita, te entiendo… pero escucha…

(Ambas mujeres se acercan entre sí hasta casi juntar las cabezas para charalr como si de un misterio se tratase)

Anita.- Cuenta, Tania, cuenta…

Tania.- ¡Conozco un lugar donde venden la vajilla más maravillosa que te puedas imaginar! ¿Sabes cuánto?

Anita.- Sigue, Tania, sigue.Estoy en… ¡¡as-cu-as!!

(Anita ha remarcado fuertemente y por sílabas lo de ascuas de forma premeditada)

Tania.- ¡Setecientos mil, Anita, sólo setecientos mil sucres!

Anita.- ¡Habla en serio, Tania!

Tania.- ¡Estoy hablando en serio!

Anita.- ¡No te creo, Tania! ¡¡No puede ser verdad!!

Tania.- ¡¡Claro que es verdad!! Sólo… ¡se-te-cien-tos-mil!… Anita…

Anita.- Pero…¡eso es una ganga, Tania!

(Anita se levanta de la mesa y hace ademán de querer levantar a Tania)

Antia.- ¡¡Tenemos que ir ahora mismo!! ¿Dónde es?

(Tania hace sentarse de neuvo a Anita)

Tania.- Tranquila, Anita. Es en El Globo. ¡Pero esa vajilla será nuestra!

(Ahra es Tania quien se levanta y pone a funcionar el radio casette. Suena una samba y ambas mujeres se ponen a bailar hasta que termina la canción. Terminan riendo las dos.

Las dos.- ¡¡¡Jajajajajajaja!!! ¡¡¡Jajajajajaja!!! ¡¡¡Jajajajajaja!!!

Anita.- (Acabando de reír y apagando el radiocasette).- ¡Qué chévere, ñaña! Pero… ¡ahora que me fijo bien! ¡¡Que peinado más lindo l’levas!! ¿A qué pelu vas?

Tania.- Donde Julieta. ¡Hacen unos peinados italianos de fantasía, ñañ¡ta, de fantasía! ¡¡Unos peinados que te convierten en la Cleopetra!!

Anita (En plan revanchista).- ¡Cleopatra, Tania! ¡¡Cleo-pa-tra!! Se dice Cleopatra.

Tania (un poco cortada).- Bueno… ¡tú ya me entiendes, Anita!

Anita.- Te entiendo, Tania, te entiendo…

Tania (Reponiéndose y como no dando importancia al asunto).- Y hay un peluquero… ¡¡que te caes de espaldas!!… Algo rarito, ya sabes, pero… ¡¡qué peluquero, Anita, qué peluquero!! ¡¡Un verdadero Romeo a pesar de esoque tú sabes!!

Anita (Riendo).- ¡¡¡Jajajajajajaja!!! ¡Romeo y Julieta! ¡¡Qué divertido!!

Tania.- ¡¡Divertidísimo, Anita, divertidísimo!!

Anita.- Tengo que ir a esa peluquería. ¿Dónde está?

Tania (Dándose una coqueta vueltecita sobre sí misma) En la La Gasca, pero… ¿de verdad te gusta mi peinado?

Anita.- ¡¡Pero si pareces la Didí!!

Tania.- (Mirando incrédula a Anita).- ¿La Didí? ¿Quién es la Didí?

Anita.- ¡Quién va a ser! ¡La de Inglaterra!!

Tania (Riendo a carcajadas porque ahora tiene la oportunidad del desquite).- ¡¡¡Jajajajajaja!!! ¡¡La Diana, Anita, la Diana! ¡Leidi Dí! Se dice ¡lei-di-dí! Anita…

Anita (Ya un poco molesta con el jueguecito).- ¡Bueno! ¡¡Tú ya me entiendes, Tania!!

Tania (Sonriente y cogiendo de las manos a Anita para tranquilizarla).- Te entiendo, Anita, te entiendo… no te apures que te entiendo…

(Anita y Tania se sientan de nuevo en la mesa)

Anita (Bajando un poco la voz).- Ni te lo imaginas, ñañita…

Tania (Separando la cabeza y subiendo el tono de la voz).- ¡Venga, Anita, no te hagas la interesante!

Anita.- Es que no te lo vas a creer…

Tania.- Yo hoy ya me lo creo todo…

Anita (Dando un brico sobre su asiento).- ¡¡Al mes que viene nos vamos todos al Caribe!! ¡¡Tú también, Tania, tú también te vienes con nosotros!!

Tania (Muy emocionada).- ¿De verdad, Anita? ¡Habla en serio!

Anita.- ¡¡Tan de verdad como que tú y yo estamos aquí!! ¡Logré convencer a José y ya tenemos los cinco boletos reservados! ¡¡Viajamos el mes que viene al’ Caribe, Tania!!

(Tania se levanta rápidamente y pone de nuevo en funcionamiento el radio casette. Suena “Piel Morena”. Se levanta Anita y ambas inician un desenfrenado bail’e tropical. En medio de la fiesta entra Santiago completamente agitado).

Santiago.- ¡Anita, Anita! ¡José!

Tania (apagando el radio casette).- Anita o José, Santiago. ¡En qué quedamos!

Santiago (Sigue agitado).- ¡José, José, Anita!

Anita (Dándose cuenta de que algo malo le ha ocurrido a José).- ¿José? ¿Qué sucede con José? ¿Le ha ocurrido algo malo? ¡Dime que no le ha sucedido nada! ¿Qué pasa con José, Santiago? ¡Responde!

Tania (Sin dejar responder a Santiago).- ¿Qué ocurre con José? ¡Cuenta, Santiago, cuenta!

Santiago (Sentándose, exhausto, en la silla más cercana a él).- Un momento… por favor… vengo… agotado…

(Largo silencio que aprovechan ambas mujeres para sentarse también)

Anita.- Vamos, Santiago… ¡dinos algo!…

Santiago.- ¡Ha sucedido algo muy grave, Anita, algo muy grave!

(Santiago toma un breve lapsus de tiempo para respirar hondo y profundo)

Santiago (En medio del silencio sepulcral de las dos hermanas).- Estábamos trabajando en la oficina y de pronto José se sintió muy mal. Le dio una especie de ahogo y comenzó a temblar. Cayó al suelo. ¡Algo muy grave, Anita, algo muy grave! Parece que ha sufrido un ataque cardíaco. Hemos avisado, urgentemente, a una ambulancia y se lo han llevado al Hospital de La Misericordia. ¡Allí está ahora!

Anita (Levantándose como movida por un resorte mientras empuja sin querer un vaso de cristal quecae al suelo y se rompe).- ¡Vamos, Tania, pronto! ¡José no puede morir ahora! ¡Vamos las dos al Hospital de La Misericordia)

(Salen del escenario corriendo las dos mujeres y Santiago y cae el telón)

FIN DE LA PRIMERA ESCENA.

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