Cara alargada a “lo Greco” con ojos como de sapo. Un corte de pelo a lo punki y un cuerpo famélico, embutido en un viejo pantalón vaquero remendado por cuartro partes en su trasero. Unas manos con dedos en curvatura a manera de gavilán.
Es “El Kiki”; el “camello” del barrio de Lavapiés, que fuma “camel” tras “camel” mientras “camela” a los ingenuos que se acercan a él. Las patillas cortas a lo estilo “churrigueresco” porque “farda” de saber mucho de Churruca cuando en realidad sólo sabe un poco de Atila y eso porque lo ha visto en una película en el Cine Doré.”
El Kiki”, cuando camina por las calles, con un brazo en el pecho y otro en la espalda, al estilo Napoleón Bonaparte, se cree capacitado para correr el maratón ciudadano de su Madrid natal, el célebre MAPOMA… para luego darse el “pire” cuando sólo lleva dos kilómteros corridos y busca una tasca donde reponerse de la fatiga tomando un buen vaso de “camomila in tea”. Y es que los nervios del “Kiki” suelen hacerle parpadear continuamente. Sus labios, parecidos a cebolletas, le dan un aire simiesco a su rostro ya de por sí bastante deteriorado. “El Kiki” suele estar acostumbrado a comer nabos: fea costumbre que cogió desde que sufrió el sarampión cuando era niño. Ahora, “El Kiki”, con su cresta de pollo se cree El Gallo Claudio y va buscando una farmacia donde poder comprar pastillas para el dolor de estómago. Un detalle muy característico del “Kiki” es que suele chuparse el dedo gordo de su mano derecha mientras con la mano izquierda se rasca el brazo diestro como producto del “mono”, para combatir la ansiedad que le entra cuando carece de “mercancía” que inyectarse en las venas. “El Kiki” se cubre la cabeza, cresta incluída, cuando caen algunas gotas sobre Madrid, con una bolsa de plástico de Mercadona que le hace aparentar un personaje salido de la película “Star Trek”. Sus orejas puntiagudas son inconfundibles.