El poema, como la yedra, empujaba ascendente por entre sus ojos… pero… ¿qué hacía en realidad un alto dirctivo y gerente de banca, como él lo era, dejando que la yedra de los versos penetrase en su cerebro y se aposentase de los lugares ocupados por los números y las cifras?.
La palabra “rosicler” se encontraba en plena pelea contundente contra la palabra “interés compuesto”. Luchaban denodadamente (como ejemplares capitanes de sus distintos ejércitos) para animar cada uno a los suyos.
Las sumas y las restas, los plazos de hipotecas, los avales bancarios se defendían de los ataques de nenúfar, etéreo y otros epítetos literarios como sueño y mandrágora…
– !Basta!. !Basta! – gritó el alto ejecutivo Alejandro García García- !Entre unas y otras me váis a matar!.
La Banca y la Poesía dejaron de pelear en ese instante y Alejandro García García se encontró con una mente totalmente “en blanco”, vacía, sin contenido alguno… y sin saber por qué se devistió de todos su ropajes, se quitó los calcetines y los zapatos y, completamente desnudo (tal como vino al mundo sin cifras y sin letras) corrió por toda la Gran Avenida chillando…
– !!!Basta!!!. !!!Basta!!!. !!!Entre unas y otras me váis a matar!!!.
Hasta que fue detenido por un grupo de policías. Le llevaron a la cárcel y de allí pasó al psiquiátrico donde ahora, completamente desnudo, no hace más que pintar garabatos (mitad números y mitad letras) en las blancas y asépticas paredes de su pequeña habitación.
Las enfermeras lo chismorrean todo…
– Pobre Don Alejandro, el Señor García Garcia, está loco de remate…
– Si. Parece que los amores de las mujeres le volvieron majara.
– Y por eso no hace más que gritar !Basta!.!Basta!.!Entre unas y otras me váis a matar!.
Se volvió loco quizá por no saber dejar algo a tiempo o las letras o los numeros seguro que aquellas le hacían feliz y aquellos se convirtieron en obligación.Tenemos que escuchar a nuestro cuerpo no podemos con todo aunque creamos que sí.Don Alejandro perdió la cabeza por querer abarcar más de lo que su mano le permitía.Cuantos Don Alejandros hay encerrados en frías habitaciones sin más consuelo que el aturdimiento químico de los benditos ansiolíticos tan solo porque son más sensibles que el resto.¿quién puede decir quien está o no loco?Yo creo que nadie.Un beso
Pobre hombre, tanto en su cabeza pudo con el.
Y los demás sacando falsas conclusiones.
Un saludo Diesel…no te vuelvas tu loco con tanta letra en tu cabeza.