Y en esto que, en medio del tránsito de la barriada de Cumbayá, allá en el lejano Quito de mis recuerdos, llegó el mamut libanés, una especie rara de depredador de cangrejos, y arruinó toda la instalación eléctrica con sus patas peludas. !Era el Gran Mamut de los Cangrejos!. Lo cangrejos, los pequeños cangrejos, no tenían escapatoria alguna ante la voracidad del mamut libanés. Y menos aún, cuando en un ataque de celos inverosímil pero verdadero, arrasó con toda la instalación eléctrica de toda la barriada, dejando a media luz (y recuerdo los besos a media luz que cantaba el cantante de moda de los años “catapún”) a todo Cumbayá y parte alícuota (entiéndase Tumbaco). Y es que cuando el Mamut de los Cangrejos entraba en ataques de ira por no querer pagar lo que nos debía, que hasta dejó impagado el alquiler del último mes…
era una verdadera fiera desatada que, para más inri, atraía a su comercio poniendo anuncios televisivos de chavalas pasando por su puerta en pantalones cortos. Bien. No olvidemos que la luz volvió. Y ahora que pague el Mamut las nuevas instalaciones antes de emigrar por ejemplo a Trípoli… a ver si se le sigue allí hinchando la tripa tripolitana (que hablo de Trípoli Señor Mamut) de tanta cangrejada. Sólo que ahora sin canguil como acompañamiento. Que el canguil ha subido mucho de precio y usted Señor Mamut de los Cangrejos está atravesando una seria crisis… porque cortar la luz, como ya ve usted, puede producirle cortacuircuitos en su propio establecimiento. ¿Qué ocurrirá en La Casa de los Cangrejos de Quito que la luz se acaba de apagar?. A pagar. Eso. A pagar lo que nos debe…