Todos somos, a principios de este siglo XXI, peregrinos por esencia propia. Y toda peregrinación es, por definición, perturbadora cuando, además, es estética. Sobre el ardor de nuestras reflexiones es cuando se producen nuestros sentimientos de cambio global; porque en todo gran grupo de peregrinos existe un Auguste Rodin que piensa y besa…
Quién más quién menos tenemos pinceladas de cultura y de sensibilidad. Podemos visualizar a El Pensador a El Beso aunque nunca hayamos estado en París; porque todo ello está aquí, espléndidamente ubicado y generoso, a modo de disponibilidad y entendimiento.
Las inspiraciones de Rodin, desabridas y sensuales, rompieron los cánones de la Academia de las Bellas Artes y con ello se rompieron los clichés de lo bello y de lo feo. Y eso es lo glorioso de esta clase de peregrinación en que se ha convertido el siglo XXI que es como una explosión del céfiro de lo vital.
Somos El Pensador. Somos El Beso. Somos ciegos infractores de las plásticas literarias y cada uno de nosotros y nosotras escribe su propia Divina Comedia.
Hoy pensamos y besamos más que nunca. Y a la larga el arte de pasearnos desenfrenados por los mensajes virtuales desde aquí hasta allá y viceversa nos hace que tengamos valoraciones nuevas.
Esto es el Siglo XXI. El preámbulo de una Nueva Conquista.