Le llaman Turico. Buena gente y con un ojo menos, pero buena gente. Después de las ocho, cuando sale del bar, se sube a un banco y habla de la mierda que sale de los bancos. Señala con sus dedos gruesos los grandes escaparates consumidos de consumuso y dice que el mundo no se acabrá nunca. El Profeta de mi barrio sabe lo justo, bebe demasiado y esconde su vida detrás de una chaqueta obsequio de Cáritas. La gente le conoce y se ríe. Turico se cree cuandto dice y juega ser un Profeta de barrio como los de siempre.
3 comentarios sobre “El Profeta de mi barrio”
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Cada visión del mundo es un saber más que llevarse a los bolsillos, una nueva expectativa de la realidad. Seguro que las profecías de Turico tienen mucho de verdad.
Un abrazo frutodelanada.
Totalmente de acurdo con Nasia. En cada barrio un profeta y en cada profeta un barrio.
Que alegre y que triste a la vez, la ambigüedad juega con esa alegre imaginación en la que un hombre de barrio de enfrasca para salir asi de alguna manera de la triste realidad que lo rodea. Con la mente se puede llegar a cualquier lado